Los proetarras de Bildu indican a
la autoridad competente, en esta caso la presidenta del Congreso, que no
aceptarán que se les defina como los herederos de ETA, lo que equivale a una petición
tácita de que el uso de ese sintagma sea sancionado según los usos y costumbres
de la noble cámara de próceres. No sorprende la iniciativa en estos tiempos del
lenguaje inclusivo, buenismo político y otras zarandajas similares, si bien, en el fondo y en la
forma, los proetarras tienen razón. Y es que según las normas más elementales
del Derecho de Sucesiones, el heredero, salvo que acepte la
herencia a beneficio de inventario, cosa que no consta hayan hecho los
bildutarras, se coloca en el lugar del causante aceptando lo bueno y lo malo, derechos
y obligaciones, activo y pasivo.
Por el contrario, a la vista de
lo anterior y sobre todo teniendo en cuenta la historia reciente y actual de
este maltrecho país, es más correcto definir a la tropa de Bildu como
legatarios de ETA, pues el legado es una atribución particular que hace el
testador y que generalmente suele ser bastante jugosa. Es, pues, innecesario extenderse en la explicación, ya que es evidente los legatarios de la banda terrorista han
adquirido lo bueno-presencia en las instituciones, dinero a mansalva e
influencia política-sin que paguen tributo alguno por los crímenes de sus
causantes o testadores. Todo esto lo explica muy bien Rogelio Alonso en La derrota del vencedor, Alianza
Editorial, obra impagable e imprescindible para conocer el triste colofón
puesto a nuestra particular historia de la infamia.
2 comentarios:
Rogelio Alonso La derrota del vencedor
Oído cocina. A por él...
Muy recomendable, Fuga. El relato no oficial de la presunta derrota de la ETA.
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