Días atrás comentábamos por aquí
la anécdota de la diputada Gabriel de la CUP,
ese momento maravilloso en el que la prócer catalana se lleva la mano a la
axila-sobaco sería más correcto en su caso-para después acercarla a la nariz y
evaluar el efluvio. Movido por la curiosidad, indagué en la vida de la señora y
descubrí otra anécdota que tampoco tiene desperdicio: pese a que Gabriel odia a la
familia y apuesta porque los niños se eduquen en una tribu, tiene una sobrina a
la que adora, por eso hace poco le regaló una copa menstrual como alternativa a
tampones y compresas. Todo muy entrañable. Queda la duda de si la tieta usa también estos artefactos o se
limita-consejos vendo que para mí no tengo-a endosarlos a los demás. En
cualquier caso, hay algo obsceno en todas estas gentes que nos ha dejado el
diluvio de la crisis, pero también amargo: no regalan libros, perfumes o
vestidos, felicidad en sus múltiples formas, ¡sino copas menstruales! Decía Lafargue que al día siguiente de la
revolución habría que pensar en divertirse. Llegado ese día de gloria, estas
gentes de la CUP deberán pensar también en aseares. Un poco, al menos, pues no deja de ser una muestra de felicidad.
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3 comentarios:
Com diem en catalá, la tieta "fot cara d'ensumar merda"
no me quiero poner moralista, pero en un escenario de desparrame total, de relativismo descacharrado, y aquí me paro, esto es posible, que una pandilla de personajes como estos sean representantes de la soberanía popular... estamos en deuda con aquellos que por su responsabilidad (o mejor, por falta de ella) y volubilidad de principios han abonado el terreno para que esto sea una realidad...en fin... cosas veredes...
ps.- me pregunto si algunos mandaran un comando al hospital para acabar con el niño que quiere ser torero...
De ahí al libro ROJO de Mao va el canto de un euro.
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