Sobre la identidad

Justo cuando Aznar concedía una entrevista que alertaba, como un profundo lamento, del peligro que supone para el partido la pérdida de su identidad, la presidenta de Madrid colgaba una bandera de considerables dimensiones que precisamente reivindica eso, la identidad: cuál de ellas, tanto da, pues todos somos iguales en nuestra misma, idéntica igualdad. No deja de ser, la de Cifuentes, una respuesta identitaria a las quejas del presidente de honor. ¿Extravagante? Quia: en un país donde las monjas de clausura andan todo el día en la calle abogando por el comunismo poco escandaliza ya. Ni siquiera las nuevas y llamativas versiones de la ley de banderas.

Fianzas y otros chistes

Hace tiempo que sostengo que hay que cerrar la Audiencia Nacional, por higiene, por estética, y por dignidad y justicia. Acabaríamos con los jueces estrella, que no siempre y por desgracia se puede echar a los peores de una patada en el culo y por prevaricación, entre otras razones porque son ellos, los ropones, entre bomberos no nos vamos a pisar la manguera, los que han de decidir los que salen del foro por la puerta de atrás. Sabio legislador, que no dejó estos menesteres en manos de la plebe del jurado.

Era inevitable que las gracietas del concejal Zapata llegasen a esa Audiencia por un presunto delito de humillación a las víctimas del terrorismo, y por desgracia era inevitable que el asunto le tocase al ropón Pedraz, un tipo que en su infinita soberbia quería empapelar al ejército americano por la muerte de un periodista español que cubría una acción de guerra. Son, hay que pensar así para no volverse conspiranoico, las cosas del reparto, algo en principio tan limpio como el sorteo en los toros, qué se le va a hacer, nos ha tocado un buey.

Pero la cabra siempre tira al monte, de ahí que Pedraz no haya dejado escapar la ocasión para dejar su impronta en el asunto mientras cita al concejal como imputado y porque no hay más remedio, por lo que exige una fianza de 20.000 euros a Dignidad y Justicia, promotora de la querella, para que pueda ejercer la acción popular. Es su peculiar interpretación del derecho a la tutela judicial efectiva, mero trámite para dar carpetazo al asunto lo antes posible sin molestar mucho al personal. Un chiste, como aquel de la justicia, que aseguran los lerdos que emana del pueblo y se administra por jueces independientes. Tanto batallar Pedraz por la justicia universal cuando lo único universal es la estupidez.

El contrato de la felicidad

El contrato social era esto, que un alcalde llamado Kichi, primer espada de la ciudad con más paro de España, se presente a paralizar el desahucio de unos fulanos que llevaban dos años sin pagar el alquiler. Poco importa que la dueña del piso fuese una mujer mayor, viuda y con escasos recursos, pues en la era de Potemos la propiedad es siempre culpable, aunque bien mirado, la cosa chavista-¡Exprópiese!-ya viene de antaño, cuando los padres fundadores del 78 nos dejaron escrito con letras doradas que ese derecho tenía una función social. Como función social tienen los manteros y lateros de la Barcelona de Colau, que ya venden sus apócrifos productos en el mismísimo Paseo de Gracia o en la playa de la Barceloneta, Piña Colau llaman a un combinado que hace las delicias de los bañistas, y todo ello sin que los vendedores sean molestados por una policía local que empieza a ser un ejército cumbayá.

El Sí se puede potémico recuerda mucho al Don´t worry, be happy, lo que sin duda nos aboca a formularnos la célebre pregunta de Josep Pla al llegar a Nueva York y ver tanta iluminación: ¿y esto quién lo paga? Adivinen, aunque hay poco margen para el error.

Asociados en almíbar

Casado, Maroto y Maíllo. Bien podría ser este el nombre de un despacho de abogados, más o menos de postín, de alguna ciudad española. Pero son la apuesta de Rajoy para intentar salvar los muebles en lo que puede ser el próximo naufragio electoral del partido del gobierno, porque ya solo se trataría de eso, de salvar lo que se pueda y pactar con los únicos que no los tratan como apestados, esos Siutadans, o Siudatans, de los que con desprecio hablaba ayer Floriano, hoy caído en desgracia y relevado por esta savia nueva. 

O no tan nueva, porque pretenderán comunicar diferente, pero no necesariamente mejor. Así, Casado, en una aparición televisiva en horario de máxima audiencia dejó caer un par de joyas, la dualidad ricos y pobres, que ya hubiese firmado Floriano gustosamente: que Bárcenas debería explicar de dónde había salido su fortuna y que en los últimos tiempos los salarios habían subido un cinco por ciento. Átenme esa mosca por el rabo. Pero la política, excluida una extrema izquierda que añora el Gulag, es imagen, sin duda, que ahí está Sánchez luciendo esposa y bandera nacional, y al melifluo Casado lo ven muchas madres como el yerno ideal después de un sobrado Rivera. Frente a la ira de Potemos y un otoño que se presume caliente, el cambio tranquilo del Presidente nos ha traído el almíbar. Veremos.

Potemos

¡Y no ha llegado San Fermín!

Democracia

Decíamos ayer que la constitución de ayuntamientos sería toda una fiesta de la democracia, invento que en muchas ciudades de esta piel de toro, o lo queda de ella, consiste en que el candidato más votado se queda sin gobernar y pasa a la oposición como un cesante cualquiera, debiendo salir por la puerta de atrás para que la chusma no le escupa sus mejores deseos. La imagen folclórica que ilustra esta entrada corresponde a los fastos del pasado sábado en Badalona, no sé si antes o después de la coronación de la nueva alcaldesa, pero qué más da, si lo importante es que se celebraba el triunfo de la democracia, el dogma universal de un hombre, un voto. Dicen los entendidos que el proceso separatista está liquidado, o en una vía muerta: ¡quia! Las mujeres de la fotografía-y no las monjas frikis, que ya no tienen edad-son por estos pagos las únicas que echan niños al regazo del Estado del Bienestar, y ya lo decía el clásico, los niños son el futuro.

Viejas máximas

Cuando oigo pronunciar la palabra cultura, cargo mi revólver.

Dicho esto, que en un país como Expaña es una obviedad que nunca se debe perder de vista, conviene recordar a las gentes de orden que han de abstenerse de entrar en querellas extrañas: a fin de cuentas, nadie ha liquidado tantos comunistas como los mismos comunistas. Solamente hay que darles algo de tiempo y un poco de poder. Momentos de gloria se vienen.

Aquel abrazo

Hoy, que se constituyen los ayuntamientos surgidos de las últimas elecciones municipales, es cuando me viene a la memoria, otra vez pero ésta con más fuerza, el célebre cuadro de Juan Genovés, El Abrazo, metáfora de esa Transición que hasta este despeñadero nos llevado. Ya la primera vez que lo vi tuve la sensación, pese a las milongas que pudiese contar Victoria Prego en aquellos documentales coñazo sobre ese período y sus próceres, de que aquello era un timo, que allí todos los que se abrazaban eran de la misma banda y que algo celebraban que olía a cuerno quemado. Madrid, Barcelona, Valencia...plazas donde hoy volverán a recrearse abrazos como aquél y cuyos protagonistas, los de ahora, desprenden el mismo olor a cuerno quemado que los de entonces. ¡Y reniegan ellos de aquella-su-Transición!

Recordatorio

Marca la X en tu declaración

De las transitorias

Una imagen como ésta, de festejos anteriores, volverá a repetirse, salvo cataclismo de última hora, en San Fermín dentro de un mes, aunque esta vez será con el patrocinio del propio ayuntamiento y la legalidad que ello conlleva, por lo que carecerán de sentido querellas y procesos de incierto resultado que cuestan un dineral. Y es que hoy, como diría el clásico, los tiempos adelantan que es una barbaridad, de ahí que una disposición transitoria-oh, bendita transición-de hace casi cuatro décadas tenga más vigencia que nunca. Y cómo no iba a tener esa vigencia, si Rajoy prometió derogarla hace cuatro años. Los muertos que vos matáis...

Freidurías varias

Hace poco me mandaron este pedagógico vídeo sobre el latrocinio al que nos somete esta infame socialdemocracia ya desde los tiempos de su fundador, aquel invicto Caudillo de oronda figura. Nada, por otra parte, que no se sepa sin dolor ni se asuma sin resignación. De ahí que llame la atención que las redes sociales se incendien porque un fulano de Potemos, diputado electo por Madrid, diga que nos van a hundir y a freír a impuestos. Así ha sido siempre y así seguirá siendo, si bien se agradece que alguien dedicado a la noble tarea de la política haga pública sus perversas intenciones antes de ponerse manos a la obra.

El perdón

Principiaré diciendo que este libro ha sido un préstamo, es decir, que no lo he comprado, así que me ahorro el reproche, más o menos morigerado, de que no se puede comprar el libro-hace poco sí lo hice con otro de un antiguo miembro del IRA- de un ex terrorista, aunque éste, como aquél, sea un arrepentido que escribe con ganas de contar su triste experiencia, en ocasiones con un sentimentalismo infantil, y de moralizar un poco, tal vez pensando en el día en que deba explicar lo inexplicable a sus hijos. Hay que reconocer que la obra, pese a que se vende bien en las librerías, llega con mala prensa, quizá porque el anticipo vino de la mano de una entrevista televisiva de Rekarte con el tal Jordi Évole, un personaje que provoca recelo en toda clase de personas y que tiene un aire de gafe que obliga siempre a tocar madera y desconfiar de aquello que promocione.

La historia es la de un joven guipuzcoano que sale de las drogas para meterse en ETA, estupefaciente cambio de rumbo que lamentarán toda su vida las familias de sus víctimas, tres personas que no eran el objetivo y que cayeron fulminadas por el coche bomba que accionó el terrorista en Santander en 1992, una época en la que la banda asesina ya había libanizado su conflicto mediante el uso de arma tan mortífera como indiscriminada. Resulta grotesco que, como relata con todo detalle el protagonista, el comando fuese una reunión de tres incompetentes con pocos medios y enorme chapucería, de ahí que su detención por la Guardia Civil resultase tan meteórica como su preparación para el delito. A partir de aquí, y con un capítulo dedicado a denunciar presuntas torturas y malos tratos en la aplicación de la ley antiterrorista, lo que siempre ha sido una consigna de ETA a sus miembros, empieza el periplo por diferentes prisiones, veinte años que acabarán con su abandono de la organización y su entrada en la vía de la reinserción de la mano de una trabajadora social de Instituciones Penitenciarias con la que se casará y a la que dedica buena parte del libro, como en la misma portada se anuncia.

La parte final es un gran epílogo que el autor utiliza para mostrar su arrepentimiento y pedir perdón, tesis que ya plantea en el título: esfuerzo melancólico pero sobre todo baldío, pues el arrepentimiento, fuera de la liturgia religiosa, forma parte de la esfera más íntima de la persona y difícilmente se puede demostrar, y el perdón sólo puede ser otorgado por las víctimas y sus allegados, y estos ya han dicho nones al ser requeridos al respecto por los medios de comunicación. No obstante, se agradece que alguien que ha estado dentro de la serpiente muestre las vergüenzas de una secta que se resiste a desaparecer, de ahí que tampoco sea conveniente ni se entienda muy bien que gentes decentes carguen en exceso contra un arrepentido que cuenta su particular historia con la intención de que nadie la repita.