Dice el ministro de economía que ningún inversor racional apuesta por la secesión catalana y, ya obligados a emitir un diagnóstico que tranquilice al respetable, que el problema separatista tiene mucho que ver con el desafecto, patología que se cura con el diálogo. Desde que Pío Cabanillas acuñó aquello de cuerpo a tierra, que vienen los nuestros, no se apreciaba tamaña muestra de optimismo en un dirigente político: ¿y el ejecutivo, apuesta por la secesión o por la unidad de la patria? ¿es ese desafecto algo irreversible? Iniciado el incierto año 2014, el año de la peste según Arcadi Espada, parece claro que para el gobierno de la nación el secesionismo catalán es un feto que, pese a su absoluta malformación y escasa viabilidad, merece la mayor protección jurídica, moral y afectiva. Al fin y al cabo, no hay proyectos vitales de primera y de segunda división, el amor no hace distingos entre guapos y feos y Dios perdona todas las taras de sus criaturas por repugnantes que éstas sean.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Yo aquí veo una diferencia entre el nasciturus normal y propiamente dicho y el del estado catalán en gestación. Y es que en el caso del primero, los fetos con malformaciones que nacen no disfrutarán de ayudas a la dependencia. El feto malformado en el segundo caso sí que disfruta de esas ayudas, y desde hace mucho.
Cierto, Don Aitor; vistos los recortes en la dependencia, y que este gomierdo tanto apuesta por el nasciturus, sería aconsejable y deseable que todas esas señoras pudientes del PP echasen una mano en la crianza de esos futuros dependientes. Y gratis et amore.
para el segundo feto del que hablan aplicaría yo muy gustosamente un abortivo artículo 155...
Y yo, y yo.
Pero para el caso del feto malformado catalán por desgracia no se prevé la supresión de las ayudas a la dependencia ni el recorte de las mismas.
Publicar un comentario