Reconozco ser devoto de los Panero, especialmente de Leopoldo María, y en esa devoción incluyo, por supuesto, al padre, Leopoldo, un gran poeta al que hijos y esposa ajusticiaron al modo freudiano en esta película de Jaime Chávarri que nunca me cansaré de ver. De todos ellos, actores brillantes en un documento que tiene mucho del sacramento de la confesión, ya sólo queda vivo Leopoldo María, arquetipo de un malditismo que tanto en la literatura como en la vida ha desaparecido. Queda el adocenamiento, el desencanto.
lunes, 9 de diciembre de 2013
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4 comentarios:
uno de esa legión...
Fuga, Leopoldo María Panero es el paradigma del verso suelto, y por ello del condenado por una sociedad lanar.
un heterodoxo…tal vez un anarquista...
:DDDD
Jaja, Fuga; he tenido que dar una vuelta por la casa de tócame roque para cogerlo. No hay más cera que la que arde.
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