Los trabajadores de la televisión valenciana que acudieron a los tribunales adoptaron, tal vez sin saberlo, la pose del castizo que se carga de razón y sentencia que aquí follamos todos o tiramos la puta al río. Y el presidente del taifa valenciano, ante la imposibilidad de que todos pudiesen meterla en caliente, ha echado la puta al arroyo del olvido, decisión traumática especialmente para aquellos trabajadores que iban a conservar su empleo si el ERE se aprobaba y que ahora andarán ciscándose en el compañerismo y la solidaridad. No son muy habituales estas muestras de autoridad, sentido común y decencia en un gestor de la cosa pública, de ahí que, repuesto uno de la sorpresa inicial, no descarte alguna clase de retirada táctica al estilo del ministro Wert, un hombre que se pasa la vida reculando ante las presiones de sus propios compañeros y que como aquel socarrón que fue Pío Cabanillas tenga ya como máxima el cuerpo a tierra, que vienen los nuestros. De momento, Fabra ha emulado a Estanislao Figueras-estoy hasta los cojones de todos nosotros-para dar el portazo a un problema que era ya más un coñazo que un despilfarro.
Que cierre una televisión pública siempre es una buena noticia, y lo es por lo que tiene de ahorro para el contribuyente y de alivio para el espectador que se sienta frente al televisor en busca de entretenimiento y obtiene basura de toda clase, empezando por la ideológica, principio fundacional de unos entes nacidos para adoctrinar y adocenar, objetivos tan retorcidos como naturales en ese idilio que mantienen los políticos con una sociedad lanar. Canal 9 fue pionero en determinados programas basura-como aquella Tómbola que elevó la obscenidad a toda una categoría moral-que de tan buena salud gozan en otras televisiones, las mismas que ahora recogerán los restos putrefactos de un naufragio anunciado. A la espera de que esta liquidación por cierre discurra de forma civilizada, habrá que concluir que la vida es una tómbola que algunas veces reparte la suerte sin causar demasiada injusticia.
5 comentarios:
parece que ayer la intención de voto al PPv se elevó en vertical con el anuncio del cierre.
La pobre gente se entusiasma ante el mínimo amago de sensatez en la gestión de lo público. Y todavía recularán como dices.
No se va a cerrar RTVV, y como muestra este botón.
Un aparato de propaganda tal es demasiado goloso para cualquier dirigente. Recordemos que la Líder Esa prometió ya prácticamente en el Paleolítico cerrar Telemandril, y ahí sigue. Y a pesar del par de bravuconadas de ayer de Nachete González.
Dicen que las TV públicas realizan un "bien común". Yo, poseedor de seis autonómicas e infinidad de locales, doy fe de ello.
El "bien común" está profundamente asentado entre mis vecinos.
se trataría de importar por una vez el modelo fabra a catrix, donde ganamos por goleada, 6 canales de tv pública de titularidad regional (más que la bbc).
El Estado del Bienestar es esto: que unos pocos impongan sus privilegios a muchos.
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