Hacía bastante tiempo que no hincaba el diente a un libro de Juan Manuel de Prada, por lo que un título tan sugerente y emblemático como el de esta obra era motivo más que suficiente para intentar reconciliarme con el autor. Y se puede afirmar que lo he conseguido: si bien Me hallará la muerte no está a la altura-más que notable-de otras novelas de su puño y letra, como pueda ser entre otras Las máscaras del héroe, sí que es indudable que el desembolso de unos cuantos euros ha merecido la pena.
Estamos ante el relato de una auténtica suplantación, la de un ladrón de poca monta, Antonio, que se alista en la División Azul, otra Legión de Condenados, para huir del Madrid de la posguerra tras cometer, en compañía de la que sería su único amor, un crimen estúpido e innecesario. El destino que le aguarda no es otro que el abismo que ofrece el frente de Leningrado y, lo que sin duda es peor, el posterior cautiverio en el Gulag soviético, un infierno del que sólo logrará salir tras enormes vicisitudes y con una nueva identidad, la de un oficial tan idealista como adinerado muerto en esas estepas y con el que guarda un gran parecido físico. A partir de ahí, y ya en el Madrid de los años cincuenta, los acontecimientos se irán precipitando de una manera dramática, salvaje incluso, con un personaje que ya no se detiene ante nada y que, vencida ya una maltrecha conciencia, sólo busca su particular redención a través de ese amor resucitado, el mismo que provocó su huida hacia el infierno que los alemanes bautizaron como el Ostfront.
Las diferentes historias sobre las que se sustenta la trama se van enredando al estilo del folletín, quizá en exceso y, en algunas ocasiones, hasta de una manera demasiado previsible y con el mensaje moral de que del mal no se puede obtener un bien, pero el resultado que De Prada obtiene es francamente bueno en líneas generales, especialmente en aquello que se refiere al hábil manejo del expresionismo a la hora de describir personajes y situaciones, trances y dilemas. Buen conocedor de esa época, el autor se luce en la descripción de un Madrid con dos épocas separadas por una década y en la glosa del espíritu de aquella División de Voluntarios en la que se daban la mano el más romántico idealismo, que fue vapuleado por un régimen poco dado a que riese la primavera , y el más descarnado rufianismo, carne de cañón, unos y otros, en el drama de la guerra, en la infamia de la vida.
6 comentarios:
por una vez no he terminado de leer su entrada... la he dejado en el primer párrafo, lo confieso... y es que yo también me eché el libro para Reyes y no quiero saber demasiado no sea que la lectura pierda interés... espero que sea benévolo conmigo y no me lo tenga en cuenta...
No se disculpe, Tolerancio; de todas formas, he omitido el final de la historia. Que le aproveche la lectura.
Gracias por la reseña, don Reinhard, parece interesante y bueno el libro.
Eso sí, espero que sea digerible. Porque no conozco a De Prada más que por sus artículos en prensa, y éstos suelen ser un plomo de mil pares de cojones, las cosas como son.
El libro, en líneas generales, Don Aitor, merece la pena; De Prada no tiene término medio, y eso le ocurre también con los artículos.
Siguiendo su consejo, me he puesto a leerla... y no he podido dejarla. Hacia mucho que una novela no me enganchaba tanto. ¡Qué buenísima!
Es cierto que la novela engancha, pues la trama está bien construida y el ritmo nunca decae.
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