Ahí quedan los días, 532, que pasó Ortega Lara en un agujero infecto; los mismos días que lleva de gozosa libertad Bolinaga, el reo que antaño no era otra cosa que un pobre moribundo-el lacónico Rajoy lo veía muy flaco-al que había que dar suelta sí o sí, porque si no se hacía, así se explicaba el ministro del ramo con su habitual brillantez, se corría el riesgo de prevaricar. Toda una perversión de la legalidad a la que siguió la habitual perversión del lenguaje, pues primero se habló de que el terrorista era un enfermo terminal-todos somos terminales transitando este valle de lágrimas-y más tarde, consumada la fechoría y visto el recorrido de tascas que por su pueblo hacía el liberado-se acudió a la más estricta letra de la ley para decir que era un enfermo muy grave con padecimiento incurable. Pero la condición de incurable no sólo alcanza a la enfermedad o la maldad del criminal, también a la estupidez y a la incompetencia, de ahí que Ortega Lara ya no milite en el partido que enterró la ley en el zulo de la infamia.
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4 comentarios:
a base de chacolís Bolinaga pasará a llamarse Bolinga. Nos enterrará a todos... ahí se ven las virtudes del alcohol, conservan a la gente mejor que el formol de la momia de Lenin... me imaginó al piadoso Fdez díaz rezando para que el Bolinga se dé un mal golpe y el contador de días del enfermo terminal quede a 0.
Impagable síntesis, retrato de un época…unos gritando ‘los nuestros en la calle los vuestros en el hoyo’…
Nuestro sistema juridico-politico-penitenciario de la señorita pepis es la bomba. De hecho, hoy mismo asistimos a como un etarra dice sentirse orgulloso de ser etarra, delante de un juez.
No dudo por un nanosegundo, este no tardará en añadir a la sentencia que "esta plenamente rehabilitado, arrepentido y listo para la reinserción".
La reinserción es como el valor en la vieja mili: se presume.
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