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lunes, 14 de marzo de 2011

Dame lengua




Para Turruchel

Conocidas las cifras de la recaudación catalana por multas lingüísticas, casi un millón de euros en seis años y siempre por rotular en español, queda por saber el destino, si algo queda, de ese dinero. En justicia, y por aquello de continuar con la fluidez de lo que parece ser un circuito económico-lingüístico, debería destinarse ese dinero-repetimos, si algo queda-a cursos de catalán para los nuevos catalanes, esos que llegaron cuando se ataban los perros con longanizas-de Vic-a fin de garantizar un justísimo sistema de pensiones que ahora, como a un ciclotímico general Armada la noche del ay, ni está ni tampoco se le espera. Campañas hay diseñadas en ese sentido, desconocemos si con la partida presupuestaria correspondiente. Y aunque los destinatarios de tan romántica oferta andan más preocupados por la mera supervivencia que por historias identitarias y el dinero no se recauda ni a tiros, siempre habrá un diligente funcionario que, a falta de alguna hucha perdida en un oscuro rincón, exija más productividad a toda una tropa de colaboradores en la imposición de multas y cuya única misión es darle a la lengua.

3 comentarios:

tolerancio dijo...

Multas, cursillos de normalización (se entiende que para quienes no son normales), requisito para tal asunto o tal otro... para ocupar, por ejemplo, una plaza de chambelán en la cancillería catalana de Tumbuctú... el gran acierto de los nacionalistas ha sido crear un tejido asociativo y, sobre todo, laboral dependiente (hay que pagar la hipoteca mensual).

No importa crear divisiones enteras de escolares aspirantes a camareros en paro, pero con nivel C, sino de hacer de la lengua un motor económico, bien que a corto plazo y trucado...

reinvertarse o morir, antes la lengua sólo rentaba dividendos, como actividad privada, a la hora de prodigar soberbias felaciones, actividad privada... ¡Qué tiempos estos!

Reinhard dijo...

Hay, como usted bien dice, toda una legión de funcionarios que vive de esto.

Para los nuevos catalanes, esos que ya no pueden trabajar en la construcción o la hostelería, es un reclamo doctorarse en la lengua de Pompeu, para así, una vez obtenida una nacionalidad española que para algo sigue valiendo, intentar entrar en una administración tan enorme como inútil. Lo malo es que no parece haber muchos recursos para nombrar más y más empleados públicos. Así, de esta guisa, se vendrá abajo el sueño catalán.

Anónimo dijo...

VISCA CATALUNYA LLIURE...!!!