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jueves, 26 de febrero de 2015

De la subnormalidad



Queda claro que al fútbol ya sólo se puede acudir a comer pipas y silbar a tu propio equipo, hazañas muy propias del Bernabéu; prohibido el consumo de alcohol y algunas banderas políticamente incorrectas, parecía que ya no cabían más vetos, pero quedaba algo más. Leo por ahí que una asociación catalana de discapacitados ha denunciado al Real Madrid porque algunos aficionados llamaron subnormal a Messi y a los seguidores del Barcelona en general. A día de hoy se desconoce si alguna asociación catalana de alcohólicos anónimos ha denunciado al club catalán porque sus aficionados llamaron borracho a Cristiano Ronaldo.

Instalado en la conspiranoia, no hay mejor remedio para soportar tanta estulticia que creer en manos negras, veo tras esta operación de castigo contra el mejor club del siglo XX a la inefable Sor Lucía, musa de Jesús Cintora y defensora de los más desfavorecidos, comunista en sus ratos libres y, como buena barcelonista, envidiosa por naturaleza. Otro comunista, Vázquez Montalbán, decía antes de hacerse forofo del Barcelona que el fútbol era un invento del sistema para tener entretenido al personal, alienar decían entonces los ingenieros de almas, subnormalizar diríamos ahora si tal verbo no estuviese proscrito. Pan y circo, sin duda, pero regulado en las formas. Que no se diga.
   

martes, 24 de febrero de 2015

Siutadans, es la guerra



Hoy se celebra en el Congreso la tradicional corrida de mansos que va del estado de la cosa, una vulgaridad como otra cualquiera que acostumbra a pasar sin pena ni gloria. Curiosamente, qué paradoja, estará ausente el personaje del que más se habla últimamente, siempre con permiso de Pablemos, y al que las encuestas lanzan al estrellato. Hay que decir que por una vez, para paliar el aburrimiento quebrando la liturgia, ambos personajes deberían haber sido invitados a participar en el debate: a fin de cuentas, no hace falta ser diputado para alcanzar la presidencia del gobierno. Dicen que en la calle Génova ha cundido el pánico, y no por los ridículos habituales del amortizado pagafantas Floriano, con ese siutandas, o siutatans, que ha triunfado cosa mala, sino por la posibilidad cada vez más seria de que el voto socialdemócrata del PP acabe en el partido de la ciudadanía, que hay gente que disfruta pagando impuestos en todos los partidos. 

Será la guerra, más dura que contra Pablemos, y en la tele de los obispos afilan sus cuchillos, especialmente después de que la otra noche Manuel Conthe, fichaje de Ciudadanos, afirmase como el que no quiere la cosa que el tema del aborto le importaba un pito al personal. Tuvo suerte de que en esa ocasión los compañeros de tertulia eran del sector menos beligerante, y que no andaba por allí la descomunal Schlichting, de lo contrario tendríamos ya la primera víctima de este conflicto.

sábado, 21 de febrero de 2015

La navaja de Ockham



Según parece ha desaparecido un expediente judicial en la Audiencia Provincial de Madrid, y no uno cualquiera, que ya sería inoportuno por lo que tiene de contratiempo, sino uno referente a Bárcenas, por el borrado de aquellos discos duros en la calle Génova. Esta historia me ha recordado a un cliente de hace unos cuantos años: el hombre fue imputado por un delito contra la seguridad del tráfico, amén de desobediencia y atentado, por haber circulado a 200 kilómetros por hora y dejado a atrás a dos motoristas de la policía autonómica catalana que en vano pretendían darle alcance. El tema cayó en los juzgados de Figueras y nunca más se supo, por lo que si algún día aparece-un extravío es la única explicación lógica-nada se podrá reclamar al conductor desobediente, ya que aquellos presuntos delitos habrían prescrito.

Montañas de causas duermen el sueño de los justos en las oficinas judiciales, de ahí que sea normal que de vez en cuando alguna se pierda, bien por descuido, bien por el cabreo de un funcionario que decida tirar un legajo polvoriento como venganza por sus condiciones de trabajo o simplemente por razones de salubridad. Algo así debió ocurrir con mi cliente, hombre anónimo y con unos recursos económicos normales, sin capacidad para sobornar a nadie ni deseos de hacerlo. Algo así habrá ocurrido, presumo, con esa causa de los discos duros de Bárcenas, un extravío accidental. Es la explicación más sencilla, la de la navaja de Ockham. Como la versión oficial del 11-M. Fijo.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Odia el delito



De esta guisa, tal que un hooligan por las calles de Lloret de Mar, posaba De Juana Chaos en su retiro venezolano, burlando, es un decir, a la justicia española, un ciega que lo busca a tientas por un presunto delito de enaltecimiento de terrorismo. Sin ánimo de ofender, resulta redundante que se impute ese delito a un fulano que se ha mandado al otro barrio a más de veinte personas y que no ha hecho propósito de enmienda, pero en este país somo así, primero soltamos al reo antes de lo razonable y después, con la mala conciencia a cuestas, damos órdenes a la fiscalía para que presente una acusación que salve la cara del gobierno de turno.

En su exilio venezolano, con una barriga cervecera que es la curva de la felicidad, De Juana certifica que la reinserción del delincuente es posible y que además, y no es baladí, está a punto de trascender, de colmar su existencia con esas acciones imprescindibles en la vida de un hombre: escribió un par de libros en prisión y ha tenido un hijo. Ya sólo le falta, si no lo ha hecho ya, plantar un árbol, tarea ecológica para la que a buen seguro, y siempre que lo solicite, podrá obtener una subvención. Pero eso será cuando regrese a su pueblo, una vez prescritas sus cuentas con la justicia.

lunes, 16 de febrero de 2015

Fisco mortal



Creo que ya en alguna ocasión habíamos hablado en este bitácora de Teresa Rodríguez, candidata andaluza de Podemos, si bien no recuerdo con qué gansada nos obsequió la chica. Ahora, metida ya en campaña para impedir que el zurupeto Moreno Bonilla se haga con la presidencia de la Junta, se multiplican sus apariciones en los medios. Lo último ha sido una entrevista en la que desliza su ignorancia pero a la vez muestra sus principios: Teresa es devota del Impuesto de Sucesiones, aunque no tiene ni idea de quién gestiona los frutos de ese robo.

Bendito encanto el de las gentes de Podemos, que tienen que trabajar a marchas forzadas en su sagrada misión, sin programa ni ideas que vayan más allá de la renta básica y el reciclaje obligatorio para salvar, si no España, al menos la Tierra. Hay que aplicarse más, estudiar con ahínco para no hacer el ridículo, y menos en materia fiscal, que luego se promete lo imposible, como Mariano hace unos años, y al final se aplica lo previsible, que es subir y subir. El Impuesto de Sucesiones tiene mucho de litúrgico, está ligado a la muerte-ojo al Doctor Montes, que anda por ahí-de la persona y al tránsito de sus bienes a los que generalmente son sus deudos, ya que la facultad de disposición no es absoluta para el testador. Aunque bien mirado, qué herencia deja el comunismo que no sea la miseria. Exprópiese en vida, que decía el gorila rojo, y acabamos antes.

viernes, 13 de febrero de 2015

Una billetada



Sin querer uno abonarse al chiste fácil, ya resultaba chocante que un ideólogo de este neocomunismo que nos lega el fétido Régimen del 78 se llamase Monedero, de ahí que pocos, salvo los tertulianos de la tele de los obispos, puedan rasgarse las vestiduras al conocer que el sujeto llevaba tiempo amasando una fortuna. A su favor, y por aquello de lo que es tradición en la corrupción política que nos devora, hay que decir que el profesor ya manejaba buenas sumas antes de la explosión de Podemos. Dinero de dudosa procedencia, pero esa mácula es seña de identidad en nuestra partitocracia. Y tampoco es para escandalizarse conocer que esos miles de euros se movían en fondos de inversión, productos financieros que dejaron de ser metáfora del perverso capitalismo cuando supimos que en ellos guardaban sus ahorros Gaspar Llamazares y otros próceres de la izquierda. 

Pero para nuestra desgracia vivimos en un lugar donde ya no existe el sentido del humor, un páramo, y quizá esto sea lo peor, donde ya no quedan auténticos liberales, gentes formadas que desde alguna tribuna celebren los cuartos de Monedero y su forma pícara de moverlos, así como su regularización fiscal posterior, como una victoria del capitalismo, como la muestra irrefutable de que no hay vida razonable ni presentable fuera del mercado. Todo es bronca, malas maneras y la permanente reivindicación de más y más Estado en la persona del recaudador Montoro y sus agentes tributarios, lo que no deja de recordar aquel mantra de todo el poder para los soviets, que ya lo decía Hayek cuando dedicaba su obra más emblemática a los socialistas de todos los partidos. Ya puestos, cómodos en su servidumbre, hasta afean a Monedero que tenga una peculiar relación con una pija como Lomana, como si el hecho de ser comunista le obligase a salir únicamente con mujeres como Cristina Almeida. Todo, en fin, demasiado serio, muy rígido. Como el comunismo.  


miércoles, 11 de febrero de 2015

Podemos a la vasca



España, definitivamente, es un país de contrastes, de paradojas,. toda una parodia de sí misma. Si tiempo atrás Pablo Iglesias, presunto internacionalista del proletariado, arrasaba en Barcelona diciendo que si querían derecho a decidir, qué menos, él no lo impediría, su franquicia vasca lanza un alegato netamente foralista. Ni igualdad comunista ni hostias en vinagre, que con las cosas de comer no se juega, viva el fuero y el privilegio. Y ya explica la etimología que privilegio es ley privada, un club particular sólo para socios. Y es que los tiempos cambian una barbaridad, y si antaño los carlistones eran gentes de comunión diaria y rectas virtudes, ahora pueden ser ateos beligerantes, lucir estética perroflautesca y exigir aborto libre y gratuito. Nada igual se veía, en fin, desde aquellos tiempos de Montejurra 1976, cuando una facción izquierdista del carlismo decidió subir al monte a reivindicar la sacrosanta tradición y acabó rodando cuesta abajo.

lunes, 9 de febrero de 2015

La Constitució



El juez Vidal, como aquel luchador americano, ha tenido un sueño, y ése no es otro que ver el nacimiento de la república catalana como juez, y es aquí donde empiezan los problemas y afloran las contradicciones, porque el juez Vidal es juez del Estado español, una entelequia que estuvo a punto de ser rescatada por los bárbaros del norte y que de momento paga puntualmente su nómina de magistrado de la Audiencia Provincial de Barcelona. Salvo que el juez Vidal, si no es como el ciclotímico Companys, que proclamaba visiones desde el balcón y siempre dentro de la república española, tenga ya apalabrada dos cosas solapadas en el tiempo, la independencia catalana y su nombramiento automático como juez de esa nueva república. Pero esto sería una corruptela a la que el juez Vidal, por su talante y por lo que plasma en el fruto de su trabajo, no parece abonado.

En efecto, si uno lee el borrador de Constitució del juez Vidal, llega a la conclusión de que este artefacto jurídico es obra de un cumbayá, de alguien que contempla la existencia humana desde el buen rollito, la hermandad de todos los hombres y otros patetismos similares, pero éstas y no otras son las utopías de los hombres que tienen sueños. Hay queda esa gansada que establece que un partido, por muchos votos que coseche, no podrá tener más del 49% de los escaños, pues hay que pactar y llevarse bien, amarse los unos a los otros. Por no hablar del tema militar, con esa liturgia infantil y estupefaciente que nos larga su señoría del dragón y la rosa, o el derecho a una renta mínima como algo inviolable e irrenunciable. Donde sí hay realismo y ninguna trampa, al estilo de la Constitución española, es en el artículo 1, esa rampa de lanzamiento que nos dice que Cataluña se constituye en un Estado democrático y social de Derecho. Social, luego seguirán sangrando los bolsillos del ciudadano sin piedad. Para eso quieren la independencia. Su sueño es la pesadilla del contribuyente, nada nuevo bajo el sol. Todo muy español.

viernes, 6 de febrero de 2015

La droga y la televisión



La otra noche, a la hora de la cena, mi hija cogió el mando de la televisión y le dio por hacer un barrido que resultó de lo más gracioso. Bien juntos y apretados aparecían tres canales de esa banda organizada llamada Mediaset. En uno de ellos, un ex deportista y ex adicto a las sustancias estupefacientes con moral de asistenta social intentaba reconducir a un niñato que también tenía pinta de tomar lo suyo. En otro canal brillaba un concurso orwelliano en el que aparecía el hijo de un tonadillera y otras gentes confundidas por la noche, algunas con serias adicciones reconocidas. El tercero albergaba una serie de risas enlatadas donde dos yonkis retirados se contaban su vida desde la más absoluta zafiedad.

Ahora que el gomierdo anda con su nuevo proyecto de Código Penal, resulta curioso que se sigan persiguiendo los llamados delitos ideológicos, como esa retorcida incitación al odio racial o étnico, y no se castigue la obscenidad de las televisiones con su programación basura a cualquier hora y hasta en fiestas de guardar. ¿Es mala la droga? Quia: la mala es la televisión.

miércoles, 4 de febrero de 2015

´71



Descubrí esta película en el blog de Arcadi Espada y pensé que tenía buena pinta, o al menos sería interesante para aquellos que sentimos fascinación por eso que se denominó en su día conflicto irlandés y que no fue otra cosa que una guerra en toda regla. Así que me fui a verla y no me defraudó: un soldado inglés que se queda descolgado en una refriega en Belfast lucha por sobrevivir en aquel infierno, lo que sirve de coartada al director para retratar con toda su crudeza la guerra del Ulster en los años setenta, con las dos facciones del IRA enfrentadas entre ellas y con los unionistas y un ejército británico cuya actuación estaba supeditada a los caprichos de la policía antiterrorista, esas célebres alcantarillas, inevitables en estos lances, con carta blanca para entrar de lleno en la ilegalidad. Auténtica guerra sucia de la que hoy todavía sabemos poco: tan poco como el protagonista, un soldado perdido en un conflicto que no era el suyo y para el que no había sido preparado, un inglés perdido entre irlandeses.

lunes, 2 de febrero de 2015

Una impostura



¿Quién no recuerda a Enric Marco? Todo el mundo, salvo algún guardián, si vive todavía, de campo de concentración. Imposible olvidar al hombre que se inventó toda una vida y se hizo pasar por una víctima del nazismo, de falso prisionero en el campo de Flosenbürg a presidente de la Amical de Mauthausen, cuando la realidad era mucho más prosaica, la de uno de tantos trabajadores voluntarios que marcharon a Alemania en busca de un buen salario en la industria bélica. Una farsa descomunal que explotó gracias a las investigaciones del historiador Benito Bermejo en un momento crucial en la vida de Marco, justo cuando más degustaba la gloria de su estafa.

Con una prosa a buen ritmo y una narración que vuelve sobre sí misma, a veces en exceso, Javier Cercas destripa poco a poco al personaje, lo pone frente al espejo que le devuelve su auténtica imagen y cuenta su lamentable historia en una novela que tiene mucho de ensayo, de estudio que ajusta cuentas no sólo con el falsario y sus circunstancias, sino con dos épocas bien diferenciadas y por todos conocidas: la Transición, que el autor define como una impostura, pues todo el mundo, como Marco, se fabricó un pasado a su medida, un traje que resultase cómodo, y la más reciente de la memoria histórica, ese engendro inventado por Zapatero, una prostitución de la memoria y una contradicción en sus propios términos, un oxímoron muy español. Tanto como el falso prisionero, un pícaro que, revelada la verdad, salvó los muebles como pudo y que ahora afirma sin pudor, ahí es nada, que se siente engañado por Cercas y su libro. Genio y figura en su impostura.