El episodio de las cartas
amenazantes constituye el penúltimo invento de la factoría de Iván Redondo con
el objetivo de dar un vuelco a unas encuestas nada halagüeñas en las elecciones
madrileñas. Nadie en su sano juicio puede creer que esas cartas hayan podido
sortear diferentes filtros, ya sea en Correos o en la seguridad pública o
privada de los ministerios, pero eso es irrelevante para aquellos iluminados
que afirman que Madrid será, otra vez, la tumba del fascismo.
Y es que todo sigue un guion
establecido con mucho descaro y que finaliza con el latiguillo habitual que
tantas reminiscencias históricas tiene, el fascismo, ahora ultraderecha, no
puede ganar estas elecciones, hay que impedirlo como sea. Hasta el ministro del
Interior se lanza por la pendiente y llama organización criminal al Partido
Popular, curiosamente el mismo partido que tuvo la feliz idea de auparlo a las más altas
cimas de la magistratura. Quedan unos cuantos días y algo nuevo sacarán. Ojo al
voto por correo, ahí queda el atraco a Trump para, por una vez y sin que sirva
de precedente, escarmentar en cabeza ajena. Mientras, el pueblo soberano se lo
toma a chufla con memes y vídeos hilarantes.