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jueves, 27 de febrero de 2020

Las mesas





España es una mesa, o dos. El gobierno con los separatistas y con los proetarras. El Régimen del 78 se fundamenta en el consenso y en una mesa. ¿Y el imperio de la ley? Eso está en el preámbulo de la Constitución, por lo que carece de valor normativo. Qué pereza explicarlo cuarenta años después. Será que no hay mesas para leer.

lunes, 24 de febrero de 2020

Preservar el consentimiento



Parece que en Argentina tienen las mismas preocupaciones que aquí con el consentimiento en el sexo, el no es no de Irene Galapagar y su ministerio, así que han inventado una caja de preservativos que necesita cuatro manos para abrirse. Cuatro botones, cuatro manos. Ya se sabe, un violador siempre se calza un condón antes de cometer la fechoría. Sobra decir que la utilidad del invento se viene abajo cuando entran en acción las manadas. Ahí sobran manos, las que faltan cuando uno de los dos es manco. La realidad siempre supera a la ficción.

jueves, 20 de febrero de 2020

Torrente




Confieso que estoy cogiendo cariño al ministro Ábalos, que más que ministro es gerifalte del Psoe, de ahí que esté aguantando el tipo contra viento y marea cargado de chulería en el asunto de la terrorista venezolana y su paso por la España bolivariana. Su última perla es decir que ningún juez podrá obtener las comprometedoras imágenes del aeropuerto porque están amparadas por la ley de protección de datos. Átenme esa mosca por el rabo: la  persecución del delito limitada por una ley que no respeta nadie.

Ábalos, hijo de torero, es el típico elemento que cierra discotecas de pueblo copazo en mano y palillo entre los dientes y que echa pulsos por la mayor chorrada a todo hijo de vecino que se cruce en su camino, un personaje, en fin, propio del show de José Mota. Dicen sus detractores que es un trasunto de Torrente, y véase al efecto la fotografía de más arriba, la mirada que echa a esa señora de buen ver en los pasillos del Congreso: y cómo no lo ha de ser, si nació en Torrente, provincia de Valencia. Ábalos trae a la política española al hombre campechano que alegra cualquier velada con sus chascarrillos y que se tira toda clase de faroles mientras te susurra al oído sujétame el cubata que voy a por esta tía. Qué hacía Ábalos la noche de autos en el aeropuerto, se pregunta el pueblo soberano que hasta tan alta magistratura lo ha aupado. Pues trasnochar, está claro

lunes, 17 de febrero de 2020

Franganillo, el pitbull



El otro día pasó Abascal por Televisión Española. Y casi no pasa, porque los sindicatos del ente público pusieron el grito en el cielo y exigieron su veto. Los mismos sindicatos que callaron cuando en esa casa le dieron a Otegui una sesión de baño y masaje y un lavado de imagen, todo gratis el amore. El entrevistador, un tal Franganillo, era una especie de perro de presa que sólo buscaba el descrédito de Abascal con la cosa de la inmigración y los delitos sexuales, amén de la violencia doméstica, pero el de VOX salió airoso y el pitbull con el rabo entre las piernas, porque ahora los pitbull, por aquello de la corrección política y los derechos de los animales, tienen rabo. Nada es lo que era.


En el fondo, la hostilidad de Franganillo y el intento de boicot de los sindicatos no son más las tradicionales expresiones del guerracivilismo al que está abonada la progresía desde los tiempos del Prestige, la guerra de Irak y el 11-M. Y luego el País Semanal saca un reportaje preguntándose por qué gente normal vota a VOX. Pues por Franganillo y los sindicatos, entre otras muchas razones, pero sobre todo por ser gente normal, sin complejos. Que todo hay que explicarlo.

lunes, 10 de febrero de 2020

La nueva política criminal




Como el verdadero problema de este país es el franquismo, no el separatismo, ni el paro ni la viabilidad del sistema de pensiones, el gobierno ha decidido llevar al Código Penal, vulgo tipificar como delito, la exaltación o apología del franquismo. Al otro lado de la balanza, por aquello de igualar, queda lo de rebajar sustancialmente las penas por el delito de rebelión, una figura que según los leguleyos al servicio del Psoe no se ajusta a los tiempos que corren, que aquello era propio del siglo XIX cuando se atacaba con tanques.

Terrible paradoja la de estos socialistas de hoy: antaño, la doctrina penal española, dominada por doctores de corte socialdemócrata, abogaba por adelgazar el Código Penal, eliminar tipos consagrando el principio de intervención mínima. Mas los tiempos han cambiado y ahora, al menos en la lucha contra el franquismo, se busca lo contrario. Más delitos, y más penas. En democracia no se homenajea ni a dictadores ni a tiranos, ha sentenciado una tal Lastra. Y cualquiera le explica a esta señora lo de la democracia orgánica.

Habrá que esperar al texto definitivo para saber si tendremos detallada toda la casuística, o si por el contrario, como suele suceder, tendrán que ser los jueces los que vayan delimitando, o diseccionando, el contenido del nuevo delito. ¿Será punible decir en público que con Franco apenas había paro, que la construcción de pantanos alivió el problema de la pertinaz sequía y que gracias a los tecnócratas del Opus Dei en España nació una clase media envidiada por toda Europa? ¿Será apología del franquismo llevar bajo el brazo un libro de Pío Moa, César Vidal o Ricardo de la Cierva? Y en el ámbito privado, ¿será delito tener en casa una bandera nacional con el águila de San Juan? Si fuese así, quizá tendría más pena tener esa bandera decorando una habitación que poseer un pistola sin licencia.

Habrá que esperar, insistimos, pero una cosa está clara: si esto queda plasmado tal y como se anuncia, y fácil lo tienen los promotores, cuando la derecha gobierne no lo derogará. Precedentes hay en asuntos similares. Ay, la memoria.

martes, 4 de febrero de 2020

La XIV legislatura




Arranca la XIV legislatura con Echeminga pisando moqueta a toda pastilla mientras el Rey, más sólo que la una, pide consenso, que no seamos unos contra otros. ¿Más consenso? Desde el infausto 78 no hemos tenido otra cosa que consenso y aquí estamos, con una presidenta del Congreso del consenso que dice que si dos millones de catalanes no están a gusto con el marco constitucional, pues que algo habrá que hacer. Y en eso está Sánchez, reuniéndose con el convicto Torra como cuando Suárez, otro del consenso, se reunía con un Carrillo con peluca. Al menos, en aquel trance se disimulaba un poco y se tiraba de lo postizo para no engañar a nadie. Aunque echando la vista atrás, lo mejor habría sido un Jefe del Estado en plan Estanislao Figueras: señores (y señoras), voy a serles franco (perdón). ¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!