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martes, 31 de diciembre de 2013

Año nuevo, buenas intenciones



Coincidiendo con el comunicado etarra, Gallardón recibía una entrevista/masaje en el panfleto de Marhuenda, lo que aprovechó para decirnos que ningún terrorista será indultado: nos han jodido, faltaría más, que una cosa es indultar políticos corruptos y otra muy distinta otorgar la gracia a los amigos del coche bomba. Puestos a chapotear en lo obvio, el ministro podría haber dicho que no esperen los proscritos amnistía al estilo de la Transición, lo que a buen seguro habrían jaleado los paniguados del régimen como una muestra de firmeza. No hace falta ningún indulto para que los etarras vayan saliendo de prisión en un plazo razonable. Es cuestión de tiempo, voluntad de las partes implicadas, y ahí no pintan nada las víctimas, y una buena pinza en la nariz. Por ahí andan los Urrusolos, Lasartes y otros más o menos arrepentidos con permisos preparatorios para la vida en libertad. No obstante, cuando los más de quinientos convictos empiecen a solicitar beneficios penitenciarios, el ministro y su gobierno apelarán a esa heroica que trajo consigo el fallo de Estrasburgo: que decidan los ropones, que lo nuestro es acatar.
 

sábado, 28 de diciembre de 2013

De la inocencia


Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

jueves, 26 de diciembre de 2013

San Esteban



El día de San Esteban es una festividad muy tradicional en Cataluña que se caracteriza por opíparas comidas en un entorno más o menos familiar, por lo que en muchos casos, y dada la crisis que nos azota, es la ocasión para que más de un invitado haga un extra y se eche al estómago algo más de cantidad y calidad de lo que habitualmente le permite su bolsillo. Para otros, prisioneros de ese palacio llamado España que tanto les roba, esclavos de un Estado opresor que no les comprende, siempre es San Esteban, Navidad y otras fiestas de guardar, servidumbre que llevan con cristiana resignación mientras buscan, sin éxito, un pobre al que sentar a su mesa.

jueves, 19 de diciembre de 2013

De la cohesión


Uno de los mantras más sobados en los tiempos actuales es el de la cohesión social: así, en el Ostfront se recurre a esa martingala progresista para justificar la inmersión lingüística en catalán desde la más tierna infancia, por no hablar de la concesión de determinadas y arbitrarias ayudas o subsidios en algunos taifas autonómicos. El fiscal Horrach va más allá y apuesta por la cohesión familiar: de la real familia, por supuesto. No de otra manera puede interpretarse su obstinación en la defensa a ultranza de la no imputación de la Infanta en el caso de su marido, porque para Horrach, al igual que algunos medios, Nóos es el caso de Urdangarín y su socio.

Días atrás, el fiscal se despachaba sobre el tema en una empalagosa revista y afirmaba que en una familia normal la esposa desconoce los negocios del marido, firma lo que se ponga por delante y trae las zapatillas al cónyuge cuando éste llega a casa tras una dura jornada de trabajo. Es una buena tesis para el caso del Rey y su azarosa vida social, si bien es evidente que la Reina no juega ese papel sumiso por devoción, limitándose a vivirlo con resignación. Para el locuaz Horrach, un sentimental disfrazado de asistenta social, la misión de promover la acción de la justicia queda superada por la búsqueda de la cohesión familiar: no más traumas en una familia desestructurada y no sujeta a responsabilidad.

martes, 17 de diciembre de 2013

De los confusos poderes del Estado


Si no estuviésemos curados de espanto, nos escandalizaríamos con esta exhibición impúdica: un ropón de la Audiencia de Barcelona participando en un acto de ERC a favor de la consulta secesionista. Pero con la judicatura patria ocurre lo mismo que con los homosexuales salidos del armario tras un largo encierro, que de la autorrepresión se pasa a la ostentación sin solución de continuidad, de tal forma que la sexualidad se vive de cara a la galería y sin el más mínimo rubor. ¿Puede asustar la osadía del ropón Vidal, con su apelación a la voluntad de un pueblo, a la hora de manifestar sus opiniones políticas? Difícilmente, máxime si se tiene en cuenta cómo se reparte el poder judicial entre los partidos políticos, con luz y taquígrafos y absoluta alevosía. Curiosamente, es en el poder ejecutivo, el del gobierno del Estado, donde no se aprecia idéntica beligerancia en una cuestión tan delicada, asomando, por contra, una tibieza que se asemeja mucho a la neutralidad que debería presidir-siempre en teoría-la justicia. No en vano, el presidente del gobierno venía a decir días atrás que no podría autorizar la consulta...aunque quisiera. Así que, mientras nuestro hombre aclara sus querencias, remisión al Tribunal Constitucional de la patata caliente para que éste dictamine lo obvio mientras contiene la risa: que la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado.

domingo, 15 de diciembre de 2013

¡Eureka!


Aquel hombre entrañable que era Vujadin Boskov acuñó unas cuantas perla referidas al tinglado futbolístico: fútbol es fútbol, ganar  es mejor que empatar y empatar mejor que perder. En ese plan se ha puesto el parlamento balear al aprobar una resolución que indica que els Països Catalans no existeixen, los Países Catalanes no existen. Ya puestos, y para justificar emolumentos, sus señorías podrían haber aprobado otra resolución que afirmase que los ingleses detestan a los irlandeses, que fumar causa adicción, o que los pantalones pata de elefante ya no están de moda. Ante tamaña contundencia, es probable que el montaraz Joan Tardà deje de incordiar con su sueño independentista y, en lo que a los baleares se refiere, pancatalanista. Aquí paz y después gloria, a fin de cuentas ese mismo parlamento aprobó una enseñanza trilingüe por falta de arrestos para acabar con la inmersión lingüística en catalán. 

Todo esto no es más que otra demostración de esa indigencia intelectual tan española para encarar los problemas, siendo en la batalla contra el nacionalismo donde esas carencias rozan el esperpento. Si Cataluña amenaza con independizarse, antes de soltarles más dinero, se les dice que eso no será aceptado por Europa, como si esa unión de mercaderes y burócratas fuese garantía de algo; que se organiza un simposio que reza España contra Cataluña, se fía todo a denuncia de particulares, a ver si se excita el celo del fiscal de turno y, ya puestos, que toque un ropón severo con ganas de meter en cintura a los díscolos. Nula pedagogía y vana retórica, en fin, las de unos y otros, como ese Rajoy que se escuda en la soberanía del pueblo español para ponerse de perfil ante el desafío separatista. Nos queda, magro consuelo, el mensaje navideño del monarca, quien para no equivocarse y tener que pedir perdón, algo empieza a ser costumbre inveterada, nos dirá que El Almendro vuelve a casa por Navidad.  

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Matar al padre


Días atrás tocábamos el palo de los Panero y El Desencanto de Jaime Chávarri como todo un ejercicio freudiano de ajuste de cuentas y asesinato del padre. Viene a cuenta el recordatorio de esa metáfora porque fuentes dignas de toda insolvencia-que en la ciénaga nacional son las que siempre aciertan-aseguran que la banda de Montoro tiene puesto el ojo, y hacia allí irá la bala, en la deducción fiscal por vivienda, y en el único sentido-principio jurídico contra contribuyente-de suprimirla; si bien no acaba ahí la cosa, y esto es lo mejor: con carácter retroactivo. He ahí una forma retorcida, y muy socialdemócrata en lo referente a la recaudación, de matar al padre, ese Aznar rencoroso que con sus dardos a Mariano demuestra una y otra vez que aquí el único presidente de verdad retirado, por fortuna y prescripción facultativa, es Suárez.

No es que la deducción por vivienda fuese un invento de Josemari, pero sí es evidente que bajo su glorioso liderazgo toda la actividad económica,  y con ella parte la legislación tributaria, se centró en cebar la burbuja inmobiliaria, imagen visible de una España que iba bien. Ahí es donde tan gustosamente se utilizaba esa deducción como un gancho para que todo hijo de vecino pudiese tener la casa de sus sueños. De rebote, la farsa motivó la necesaria llegada masiva de una mano de obra barata y extranjera-sin olvidar a su parentela vía reagrupamiento familiar-que sería la que pagaría las pensiones de unos españoles que se jubilarían, al menos, en una playa del Caribe. Roto el sueño, y con viviendas vacías que nadie quiere, toca el penoso ejercicio de cuadrar números, algo que siempre va en perjuicio del contribuyente y de la seguridad jurídica.

Ante la amenaza, que se dulcificaría con una rebaja fiscal tan falsa como la ideología del gomierdo, es inevitable que sesudos expertos afirmen que dicha medida sería ilegal, e incluso inconstitucional; podría ser cierto, pero es indiferente, ¿o acaso por aquí  impera la ley?  

lunes, 9 de diciembre de 2013

El desencanto



Reconozco ser devoto de los Panero, especialmente de Leopoldo María, y en esa devoción incluyo, por supuesto, al padre, Leopoldo, un gran poeta al que hijos y esposa ajusticiaron al modo freudiano en esta película de Jaime Chávarri que nunca me cansaré de ver. De todos ellos, actores brillantes en un documento que tiene mucho del sacramento de la confesión,  ya sólo queda vivo Leopoldo María, arquetipo de un malditismo que tanto en la literatura como en la vida ha desaparecido. Queda el adocenamiento, el desencanto.  

viernes, 6 de diciembre de 2013

Los tiempos están cambiando


Días atrás, y aprovechando una de las sandeces habituales del diputado Tardá, un cierto cachondeo corría por twitter y otras redes sociales. Según el diputado Tardá, siempre abonado a ese cojonudismo tan asociado al nacionalismo catalán, si el presidente Mas, o el que fuere, no tenía arrestos para declarar la independencia por la brava y desde el balcón de palacio, tal vez debería ser el pueblo el que tomase la iniciativa en ese sentido  y convirtiese Sant Jaume en la Plaza Tahrir. Algunos detractores del diputado y su sandez se tomaban a guasa la propuesta y hacían coñas con lo atinado de la comparación, afirmando que los cientos de miles de musulmanes que viven en Cataluña pueden montar una Plaza Tahrir cuando les venga en gana. 

Podemos especular y hacer política ficción con la reacción del Estado ante un desafío de esas características, sobre todo si hay una marea humana en plan primaveral. Sin duda, los cojonudistas de la moribunda nación española apelan a la sinécdoque de los tanques para meter en cintura a los herederos y legatarios del ciclotímico Companys, ya sean éstos moros o cristianos: es una propuesta como cualquier otra que cada vez parece tener más adeptos al otro lado del Ebro. Llegado el caso, y para que una operación que promete ser un paseo no acabe en desastre, que vengan los mejores tanquistas, los más capaces y condecorados.

martes, 3 de diciembre de 2013

Fantasmas




No se habían separado de él desde las últimas semanas que había pasado en la prisión de Maze, hacía poco más de siete años. Acababan de comunicarle la fecha de su excarcelación, impresa en un folio dentro de un sobre sellado, que Fegan había abierto con la boca seca. Los políticos que estaban fuera habían negociado su libertad, junto con la de centenares de hombres y mujeres. Los tipos como él eran calificados de presos políticos. No asesinos o ladrones, extorsionadores o chantajistas. No les consideraban criminales, sino víctimas de las circunstancias. Al alzar la vista de la carta vio a los que lo seguían, observándolo.

Los fantasmas de Belfast, Stuart Neville: Ediciones Plata, 2010.

En esta novela, escrita sin concesiones y con pocos miramientos, Stuart Neville se adentra en el Ulster actual y, bajo el prisma de la venganza de un antiguo terrorista, plasma la fragilidad y la impostura de una paz largamente esperada y los fantasmas que tras ella se esconden. 

No es que no se pueda trazar un paralelismo entre el conflicto del Ulster y el mal llamado problema vasco, que no se puede ni tampoco de debe, entre otras razones porque en los seis condados se mataban dos bandos en, más o menos, igualdad de condiciones, pero sí que se puede esbozar una sonrisa de maldad ante ese párrafo de la novela de Neville: presos que redimen su condena mucho antes de lo previsto, políticos que negocian su libertad y la consideración de esos sujetos como  presos políticos, o al menos como presos que habían delinquido con una clara motivación política, y sobre todo una rotunda voluntad institucional de olvidar.

       Es el Ulster, evidentemente, aunque bien podría ser la España actual: a fin de cuentas, la célebre hoja de ruta no deja de ser una negociación política en toda regla y sólo por presos muy especiales, nada comunes, sale un ministro del Interior a revolcarse por ese barro que debía manchar, y así ha sido, las togas de jueces y fiscales. Con la primera gran suelta de presos se podía invocar el cumplimiento de la ley y las sentencias, y eso se ha hecho; con la segunda, y tal vez definitiva, ya nada se podrá invocar más allá de la oportunidad política, de la búsqueda de una paz extraña que para nada se compadece con la justicia ni con la derrota de una banda terrorista. Quizá entonces, como en la novela, aparezcan  los fantasmas en busca de alguna clase de reparación.