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jueves, 23 de febrero de 2023

Contra Occidente

 



Que Occidente no tiene remedio es un drama demasiado conocido, y ahí está el último libro de Douglas Murray, La guerra contra Occidente, para demostrarlo. En esa línea, tenemos a Humza Yousaf, candidato a presidir el Partido Nacional Escocés tras la crisis desatada por la dimisión de la señora Sturgeon. Yousaf, que ya hizo historia por ser el primer musulmán en un gobierno escocés, nos cuenta que en Escocia existe racismo institucional y estructural, por eso todos los cargos importantes están en manos de los blancos: una vergüenza que ha de ser denunciada de manera constante. La música de fondo habitual y cansina que nos relata Murray en su libro y que se traduce en que Occidente siempre debe pedir perdón por su racismo, si bien esa petición nunca será suficiente para los ofendidos, muchos de ellos individuos que en ese malvado lugar gozan de una posición privilegiada.

El Partido Nacional Escocés, cuya presidencia codicia el tal Yousaf, busca con insistencia la independencia de Escocia mediante la tabarra de un plebiscito que en su día ya fracasó. Si William Wallace levantara la cabeza quizá se preguntaría a qué clan pertenece el tal Yousaf.


martes, 14 de febrero de 2023

Los rojos

 


Un chiste circuló en este sentido durante los años setenta en torno a Leonid Ilich Brezhnev, el de cejas de búho. Para impresionar a su madre, la invitó al Kremlin, le mostró sus poderes y pertenencias, su nivel de vida, sus coches alineados en le garaje, sus dachas, sus alfombras persas, sus cotizados cuadros, sus legiones de criados, todo ello para que comprobara lo lejos que había llegado desde que abandonó la aldea ucraniana. Pero mamá Brezhnev, impasible no movía un músculo. Ninguna de aquellas maravillas parecía impresionarle. El secretario del PCUS (1964-1982) la llevó entonces hasta el pabellón de caza, que era un palacio versallesco. La paseó por los jardines, hizo que tocara la orquesta de muchos profesores, le mostró la pinacoteca, los salones de oros y caobas, las paredes de platino, la biblioteca llena de incunables, las espadas de Wan, los frescos de Andréi Rubliov, la corona de Pedro el Grande.

  -Bueno, madre, di algo- ¿Qué te parecen los tesoros que tu hijo ha conseguido?

 -Está bien, muy bien, hijo, pero ¿qué pasará cuando vuelvan los rojos?

Esta anécdota la relata el inolvidable Manuel Leguineche en su Madre Volga, un recorrido por la Rusia del siglo XX. Viene que ni pintada al contemplar a la banda podemita disfrutando de un buen desayuno en el Ritz, o eso aseguran los medios, patrocinado por la sanidad privada, anatema al que tanto recurren las gentes de izquierda, los rojos, aunque sea para patologías de poca envergadura. Ahí estaba el intrépido Echeminga, un trasunto de aquel Yezhov, jefe de la policía política que fue purgado por Stalin, barruntando, quizá, qué pasará cuando vuelvan los rojos. Carpe diem...    

 

viernes, 10 de febrero de 2023

Tabú

 


Volvemos otra vez a la cuestión de la democracia representativa, que en España no existe. El alcalde de un pequeño pueblo de Cuenca-sí, Cuenca existe como también existe Teruel-afirma que la ministra Montera tiene llagas en la boca de chupársela al coletas. A Feijoy, ya metido en campaña electoral, le ha faltado tiempo para anunciar que abrirá expediente al alcalde de su partido, lo que se acabará traduciendo, salvo milagro, en su expulsión de la familia popular. ¿Y dejará el expedientado la alcaldía? No debería, al menos en una democracia representativa, pues se debe a sus votantes y vecinos, y además ya queda poquito para las elecciones municipales. Que ya dijo Rajoy, mentor de Feijoy, que es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde.

Feijoy alega que no tolerará ataques a la dignidad de la mujer, y en la misma línea se sitúa el coletas, que fue cónyuge o pareja, da igual, de la ministra. ¿Pero estamos en realidad ante un ataque a la dignidad de la mujer? ¿Deja de ser digna una mujer por realizar esas prácticas sexuales dentro de una relación de pareja, o incluso fuera de la misma? ¿No es esa ministra la que patrocina el amor libre para cualquier mujer? Uno tiene la impresión de que a Feijoy le ha salido el curilla que tiene dentro y, como tal, ve el sexo como un tabú. Un tabú tan grande como eso de la democracia representativa.


lunes, 6 de febrero de 2023

Do ut des

 


Un estado de la Unión ha decidido dar un giro a la política penitenciaria y propone, ya veremos si el invento llega a buen puerto, que los reos puedan ver reducidas sus condenas si donan ciertos órganos, o parte de ellos, que sin un hígado no se puede vivir. Lo primero que llama la atención de la propuesta es que no es cosa de un Donald Trump metido en campaña electoral sino de la gobernadora de ese estado, una señora del Partido Demócrata que además se jacta de ser lesbiana. Más progresismo es imposible en su currículum.

Siempre se ha dicho, y es bastante cierto, que el Derecho Penal es esencialmente retributivo, que tanto haces, tanto pagas, si bien ello se viene abajo cuando los reos son políticos en el ejercicio de su cargo, como sucede en España con sediciosos o malversadores. Igualmente, como plasmación a efectos prácticos de ese retribucionismo, se alega que el preso debe devolver a la sociedad algo de aquello  de lo que se ha apropiado, sea un objeto o, en el más extremo de los casos, una vida. Y en eso está el estado de Massachusetts, en que los convictos-no especifica nada sobre los que están en el corredor de la muerte y si esos podrían tener una revisión de esa pena capital-donen un órgano que no sea vital y así reducir su condena.

Pero la cuestión es delicada, y lo es porque la ley federal prohíbe cualquier prestación o incentivo a cambio de un órgano. Luego ese do ut des que proponer la gobernadora deberá esperar a cambios legislativos importantes. Aunque al paso que se circula con la eutanasia no se descarta que los reos condenados a largas penas de prisión, por no hablar de la cadena perpetua, acaben solicitando esa muerte más o menos dulce, y así sus órganos, si no están afectados por esas enfermedades infecciosas tan típicas de la penitenciaría, puedan recalar en el programa nacional de trasplantes. Es cuestión, en un país con bajo índice de donación de órganos, de legislar con voluntad, y de eso sabe la gobernadora de Massachusetts, que en su día fue fiscal general de ese estado. Y especialista en derechos civiles. Ahí es nada.


viernes, 3 de febrero de 2023

El infiltrado

 



Dicen que la justicia, siempre maltrecha por estos pagos, está saturada, que hay un abuso en eso de acudir en la búsqueda de su auxilio, y que la gente hace caso omiso del pleitos tengas y los ganes que desaconseja interponer peticiones temerarias, incluso algunas que no lo son. Un agente de policía ha sido denunciado por infiltrarse en un grupo de antisistemas de Barcelona. Bueno, en realidad ha sido denunciado por haber mantenido relaciones sexuales con bastantes mujeres de ese grupo, lo que evidencia la promiscuidad que se da en esos ambientes sórdidos. ¿Y qué alegan las denunciantes? Pues que fueron engañadas por el agente al ocultarle su identidad real, pues de esa forma prestaron un consentimiento viciado para terminar en el catre. Estamos ante una nueva versión del sólo sí es sí que tanto juego está dando, y qué dará, en los juzgados de este país.

Alegan las despechadas denunciantes, además de invocar abusos sexuales continuados, que esa infiltración sólo está justificada en casos de crimen organizado-no parece que el movimiento antisistema esté muy desorganizado-y terrorismo. Sobre este último tipo de delincuencia, conviene recordar que a Mikel Antza, jefe de la ETA, le pusieron un chófer que resultó ser un guardia civil que proporcionó abundante y útil información sobre la banda asesina. No consta que el jefe etarra, una vez detenido y descubierto el pastel, acudiese a un juez para denunciar que el infiltrado había cometido ¡un delito de revelación de secretos! Aquí se espía, oiga, qué vergüenza.

Soslayando el debate jurídico, que dará su juego, hay que destacar una vez más la ingratitud de la tarea policial: poco sueldo y mucho revolcarse por auténticos lodazales. Y en esta caso, y no es baladí, yacer con mujeres a las que en circunstancias normales el infiltrado no haría muchas proposiciones más o menos deshonestas. Y es que como dijo Napoleón en sus últimos días, quien sirve a un estado sirve a un ingrato. Ni con el sexo está pagado.