Ya lo dijo aquella ministra tan locuaz como inculta, la misma que aseveraba que durante unos años Don Miguel de Cervantes había fijado su residencia en Argel por amor a la morisma: el dinero público no es de nadie. Y así, siguiendo al pie de la letra una consigna muy rentable para aquellos que no dan palo al agua y viven del reparto de la subvención, el sindicato UGT ha decidido ir un poco más lejos en tan socialdemócrata declaración de principios y repartir dividendos entre sus abnegados y sufridos empleados. Que no decaiga.
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4 comentarios:
¿Y este gordito quién es? ¡Ah, ya veo, un cerdo capitalista!
Arriba, focas de la tierra, en pie famélica legión...
El de la fotografía es un socialdemócrata de tomo y lomo, de los que cumplen a rajatabla el lema de repartir la riqueza. Lo jodido es que se la reparten entre ellos.
le obligan a asistir a tantos almuerzos de trabajo en restaurantes de 5 tenedores que el pobre está así...
... es muy fácil hablar y criticar, pero nadie se figura lo duro que debe de ser la vida del sindicalista apaniguado... Tocho, el pobre, sin ir más lejos, para desconectar de tanto estrés se apunta a cruceros de lujo por los fiordos escandinavos... criaturicas...
Mi voto par el que quite TODAS las subvenciones que cobran los sindicatos, tanto directa como indirectamente, como por ejemplo con los cursos de formación de parados.
Saludos
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