Refiriéndose a los escritores falangistas, afirma Andrés Trapiello en Las armas y las letras:
Su vida cotidiana contrasta, sin embargo, con la de los escritores en zona republicana. Mientras a éstos les acucian las circunstancias desfavorables de una guerra que iban perdiendo, aquéllos, mejor pagados o ricos por su casa, empiezan a repartirse el botín: comen mejor, gozan de permisos frecuentes y no van al frente como no sea a arengar a la tropa y a repartir papeles.
Comen mejor y no van al frente...Me imagino a Rafael Alberti y su inseparable María Teresa León, la señorita la llamaba Azaña, o a la intratable Nelken y otros, todos juntos y apretados y muy mal alimentados intentando cruzar el Ebro bajo fuego de artillería, qué estampa, y me domina y hasta embarga la emoción. Ay, Carmela.
Comen mejor y no van al frente...Me imagino a Rafael Alberti y su inseparable María Teresa León, la señorita la llamaba Azaña, o a la intratable Nelken y otros, todos juntos y apretados y muy mal alimentados intentando cruzar el Ebro bajo fuego de artillería, qué estampa, y me domina y hasta embarga la emoción. Ay, Carmela.
3 comentarios:
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Trapiello no es más tonto y más sectario porque no se entrena. Comer mejor comía mejor cualquiera que estuviera en la zona nacional por la sencilla razón de que tenían comida. Habrá que analizar las razones.
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Más que una cuestión de cantidad, creo que era una cuestión de mejor administración, u otras cosas que van más allá. De todas formas, sobre lo que versa el libro, intelectuales y escritores de ambos bandos, causa risa eso de comer mejor. Lo del frente y arengar es ya de traca.
A Trapiello siempre le ha gustado novelar, aunque con poquito éxito, de ahí que se lanzase a los diarios.
Llevo la mitad del libro y creo que alterna momentos bastante poco objetivos con otros que en los que sí hay esa necesaria objetividad.
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