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viernes, 11 de junio de 2010

Armas

A Don Chippewa

Tengo la extraña costumbre de releer muchas cosas, tal vez demasiadas para los réditos que luego se obtienen, una vez cerrado el libro, la revista o el ordenador. Repaso textos, y ahí nunca fallo, de Arturo Pérez-Reverte y me topo-oh, casualidad-con un artículo no muy viejo, de hace un par de años, pero más actual que nunca. Lleva por título Nostalgia del AK-47, y extracto su párrafo final, su último latigazo:

Y ahora viene la paradoja. En este siglo XXI que empezó con torres gemelas cayéndose e infelices degollados ante cámaras caseras de vídeo, el Kalashnikov sigue presente como icono de la violencia y el crujir de un mundo que se tambalea: este Occidente viejo, egoísta y estúpido que, incapaz de leer el destino en su propia memoria, no advierte que los bárbaros llegaron hace rato, que las horas están contadas, que todas hieren, y que la última, mata. Pero esta vez, el fusil de asalto que sostuvo utopías y puso banda sonora a la historia de media centuria, la llave que pudo abrir puertas cerradas a la libertad y el progreso, ha pasado a otras manos. Lo llevaban hace quince años los carniceros serbios que llenaron los Balcanes de fosas comunes. Lo empuñan hoy los narcos, los gangsters eslavos, las tribus enloquecidas en surrealistas matanzas tribales africanas. Se retratan con él los fanáticos islámicos cuyo odio hemos alentado con nuestra estúpida arrogancia: los que pretenden reventar treinta siglos de cultura occidental echándole por encima a Sócrates, Plutarco, Shakespeare, Cervantes, Montaigne o Montesquieu el manto espeso, el velo negro de la reacción y la oscuridad. Los que irracionales, despiadados, hablan de justicia, de libertad y de futuro con la soga para atar homosexuales en una mano y la piedra para lapidar adúlteras en la otra; mientras nosotros, suicidas imbéciles, en nombre del qué dirán y el buen rollito, sonreímos ofreciéndoles el ojete.
Lástima de Kalashnikov, oigan. Quién lo ha visto. Quién lo ve.

No está mal la andanada, por lo que me meto en la cama hasta con un cierto optimismo, sin la bilis habitual que genera la basura en la que hay que revolcarse cada día, guste o moleste, sí o sí. Y es aquí, en este Occidente cobarde y decadente, en esta España viva imagen del buen talante y alianzas de paz y amor bañadas en mierda multicultural y revestidas de prendas extrañas, con manifiestos y manifestaciones constantes en favor de los parias de la tierra, que siempre son los mismos patanes, donde más cachondo se pone uno, hasta el punto de montarse sus propias batallitas, de ficción por el momento, con ganas de engrasar un buen hierro y echarse al monte. Así que, por si acaso, y rememorando aquellos tiempos nuevos y salvajes, ármese el que pueda, que pintan bastos y no es cuestión de dar facilidades a la hora de ser enculados, pues como bien dice Reverte el ojete está ofrecido.

4 comentarios:

Yeager dijo...

Don Reinhard.

Aunque el señor Reverte no sea, precisamente, "santo de mi devoción", es de justicia reconocer la calidad del artículo es bueno. Gracias por traerlo.
Tal y como están evolucionando las cosas, es posible que haya que empezar a considerar la posibilidad de traerse algún "souvenir" de la Rodina.

Reinhard dijo...

Si puede protegerse, Don Yeager, no lo dude, hágalo, pues nadie lo hará por usted, y mucho menos los que en teoría tienen encomendada esa protección.

Chippewa dijo...

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Hombre, don Reinhard, le agradezco la dedicatoria, pero sepa que nunca he tenido ni una carabina de aire comprimido.

Sí hice la mili y disparé el Cetme y la Z. Allí comprendí que ese tipo de armas son como los coches: aumentan mucho la sensación subjetiva de poder y crean adicción. Nadie que ha conocido el coche se acostunbra a ser otra vez un vulgar peatón y nadie que se ha criado con un aparato automático de esos se le ocurre renunciar a él si no es bajo gravísimas amenazas.

Por lo demás, lo importante es que unos pocos no pierdan la perspectiva y sigan vigilando Occidente. Las masas son irrelevantes a efectos de defensa, hacen mucho bulto y en un momento dado pueden poner muchos muertos, pero hoy por hoy la defensa es asunto de una rigurosa élite.

El Kalashnikov fue un gran invento cuando en las guerras había un enemigo fácilmente identificable. Hasta llevaban uniformes distintos para distinguirse. Ya en la IIGM millones de personas murieron sin ver ni oir jamás a quien les mataba, podían caer bombas que hacían hervir el agua de los ríos y no se sabía ni donde estaba el que las tiraba.

Esa circunstancia se ha llevado al extremo de forma que, en las guerras que se esperan, lo seguro es que morirán millones de desdichados y no sabrán ni quien los mata ni porqué. El 11M español es una de esas batallas. Poco puede hacer el AK-47 en esos casos, cuando el enemigo es un fantasma. Nos esperan tiempos de guerra no convencional, donde la inteligencia jugará más fuerte que nunca y la destrucción física se llevará a cabo mediante procedimientos de ciencia ficción.

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Reinhard dijo...

Impecable, Don Chippewa, aunque lo del Ak-47 no dejaba de ser una metáfora, o una nostalgia.