En un tarde que amenaza lluvia llega El Juli a Barcelona para reivindicar el toreo, y lo hace con brillantez, consciente quizá de que esto, aquí por lo menos, se acaba, bien por obra y merced de los políticos, bien por el desinterés de un aficionado que apenas cubre media entrada, si llega, y gracias también a un buen puñado de franceses que hasta aquí se desplazan para mirar con desprecio a los antitaurinos de siempre, maquillados con pintura roja en su estúpida y animalista cruzada, y ello a pesar de un cartel más que interesante al que tampoco acompañan unos toros de escaso trapío. Salida a hombros con una senyera que languidece, como la Fiesta, como esta España pastueña y tristona, la roja la llaman ahora.
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2 comentarios:
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Los toros son muchas cosas, también un negocio. Es sintomático que en Cataluña se luche con tanta energía contra los negocios, es un signo de los tiempos que lleva la contraria a aquello que decían en el NO-DO: "Pueblo laborioso y emprendendedor".
Por lo que se ve, los catalanes ahora andan muy metidos en política y dejan los negocios para mejor ocasión.
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Los catalanes, en manos de una casta imbécil, van a la deriva: ni negociantes ni emprendedores, sólo aburridos funcionarios en un oasis de indiferencia.
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