Cada cierto tiempo una especie de mantra susurrante recorre la vieja Europa a costa del fenómeno de la extranjería: que si el burka y otras prendas ofenden unos determinados valores, que si los campamentos de cíngaros todo lo enfangan, que si algunos extranjeros son poco productivos y, por contra, copan y colapsan los servicios públicos... Ahora llega Doña Merkel con el idioma, su conocimiento y una voluntad de integración que brilla por su ausencia: flojita, muy flojita, y ya vendrán los matices. Pocos debates atesoran más hipocresía y corrección política que el de la inmigración en una Europa que vive de espaldas a la realidad y a la de sus propios ciudadanos y que marea la perdiz mostrando el diagnóstico pero ocultando el remedio. El modelo multicultural ha fracasado, sostienen algunos con la boca pequeña y mirando hacia su propia retaguardia, que no es otra que un inmenso país llamado Turquía, más de setenta millones de fulanos llamando a la puerta y reclamando la entrada en un club que ya no es precisamente selecto. La hipocresía va de la mano de la más absoluta ingenuidad: lo que de verdad ha fracasado es Europa, su historia, su cultura y su filosofía.
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2 comentarios:
Su diagnóstico es a la verdad lo que los puntos de la circunferencia al centro geométrico del círculo. esto recuerda la película de Braveheart cuando el rey inglés desestima la posibilidad de enviar a negociar a su hijo sodomita con el rebelde Wallace, pues sospecha que el escocés se animaría a invadir toda Inglaterra ante la blandenguería de semejante negociador.
Por esa mism a razón Bin Laden, en su cuevecita, cuando su asistente le pincha imágenes de la actualidad europea en su sala de monitores de TV y tan ricamente ve reportajes del certamen de la reina drag queen de los carnavales de Tenerife o le ponen declaraciones de Bibiana Aido o programas del corazón con Belén Esteban, se sonríe como una hiena y se frota las manos y piensa para sus adentros, "a estos degenerados les quitamos todas las penas a bombazo limpio y aún nos tendrían que dar las gracias".
Abandonada la matraca de que los extranjeros pagarían nuestras pensiones, pues era una mentira clamorosa, el multiculturalismo se ha quedado en un persistente aroma a especias.
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