Dos años han pasado desde aquel día. Un suspiro, siete u ocho segundos en los que nada ocurrió. Y no hay peor nostalgia que añorar lo que nunca jamás sucedió. De ahí que vuelvan los fastos habituales, los del día de la marmota.
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1 comentario:
no fue... pero pudo haber sido... como divisa para la no-conmemoración tiene su qué
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