Con un cierto mosqueo y notable inquietud, con algo muy parecido a una más que punzante nostalgia, llevo ya bastantes días ojeando las páginas del diario ABC en una búsqueda, la del artículo habitual de mi admirado Ignacio Ruiz Quintano, que resulta infructuosa. El vitriólico columnista, definido así por Juan Manuel de Prada, ha desaparecido sin mayor explicación, o al menos, si la hubiere, me ha pasado desapercibida, por lo que, víctima del desasosiego, es posible que me esté precipitando.
En todo caso, y siguiendo el rastro inconfundible de su bilis, de la amargura de su incorrección política y del sarcasmo al servicio de la actualidad, acudo a su magnífico y dinámico blog, Salmonetes ya no nos quedan, y hallo diseminados artículos suyos de hace veinte o más años años sacados de la hemeroteca del diario de toda su vida, lo que constituye-insisto en que puedo estar en fuera de juego, quizá el hombre esté de vacaciones-un negro presagio, la confirmación de lo inevitable, aunque a modo de consuelo me digo que podemos estar, ojalá radique ahí la exhibición del archivo, ante un sencillo y emotivo homenaje que el autor se rinde a sí mismo y del que nos hace partícipes a su legión de seguidores . Si se trata de un adiós, y desconociendo los motivos, no queda más que el amargo lamento, pero también el monumental cabreo: salvando un par de firmas realmente ácidas y comprometidas, siguen en esa magnífica tribuna los melifluos de siempre.
En todo caso, y siguiendo el rastro inconfundible de su bilis, de la amargura de su incorrección política y del sarcasmo al servicio de la actualidad, acudo a su magnífico y dinámico blog, Salmonetes ya no nos quedan, y hallo diseminados artículos suyos de hace veinte o más años años sacados de la hemeroteca del diario de toda su vida, lo que constituye-insisto en que puedo estar en fuera de juego, quizá el hombre esté de vacaciones-un negro presagio, la confirmación de lo inevitable, aunque a modo de consuelo me digo que podemos estar, ojalá radique ahí la exhibición del archivo, ante un sencillo y emotivo homenaje que el autor se rinde a sí mismo y del que nos hace partícipes a su legión de seguidores . Si se trata de un adiós, y desconociendo los motivos, no queda más que el amargo lamento, pero también el monumental cabreo: salvando un par de firmas realmente ácidas y comprometidas, siguen en esa magnífica tribuna los melifluos de siempre.
6 comentarios:
Sí, desde que murió Jaime Capmany quedaban unos pocos escribididores con dominio del idioma y de la ironía y con martillo de golpear.
Creo que son las propias empresas, por lo de la corrección política, los que van eliminando a los buenos.
La mayoría casi absoluta de buenos posibles periodistas se han pasado al pesebre y han quedado anulados, como por ejemplo Raul del Pozo, comunista de Golf y hoteles cinco estrellas pero antes gran crítico de la realidad.
Es evidente que es política de empresa; en el caso de ABC, solo se salvan de la quema Tertsch y De Prada, porque el resto apenas se moja, optando por escribir un cúmulo de obviedades.
.
Los periodistas de Expaña, junto a los maestros y la industria del títere, han ocupado el nicho ecológico que en la RDA ocupara la Stasi y otras policías del pensamiento.
El debate y la crítica fueron proscritos cuando el manto de la dictadura socialdemócrata lo inundó todo. El bien común desapareció para que surgiesen intereses sectarios de la peor ley, para que se impusiera el totalitarismo nazi-ecologista-nazionalista-feminista. Y aquí no pia ni dios, que os vais a enterar ahora de lo que es una dictadura.
Menos mal que Internete les está haciendo la picha un lio.
.
Internet es, en efecto, un arma de destrucción masiva, y por eso no es muy del agrado de ese nacional-progresismo imperante.Por esa razón se echa en falta la presencia de más y mejores creadores de opinión, tipos que con una simple columna puedan remover y despertar conciencias.
Hay un déficit de plumas brillantes en el periodismo.
Si reparamos un instante en toda la amalgama de columnistas que pululan en las páginas de los diarios, sólo se salvan cuatro o cinco.
Falta talento y brillantez.
Publicar un comentario