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sábado, 2 de junio de 2012

El precio de la moral


No he cometido ninguna irregularidad ni jurídica ni moral ni política.


Así de contundente se mostraba el jefe de los ropones sobre sus constantes viajes a Marbella a costa del maltrecho erario público. Sin entrar a valorar posibles ajustes de cuentas en la denuncia de unos hechos que son poquita cosa dentro el desmadre nacional, la contundencia que pretende imprimir Dívar a sus explicaciones tiene un fallo: la apelación  a la moral. Si su conducta es intachable, lo es desde los puntos de vista jurídico y político. Sobra la moral, porque su introducción proyecta con fuerza la sombra del ocio. O el placer. O el vicio.

7 comentarios:

Herep dijo...

Como decía la canción aquella... "Vicio, vicio".

Reinhard dijo...

Dicen que la hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud.

Señor Ogro. dijo...

Se entiende ahora que el CGPJ no hiciera practicamente nada en tantos casos: simplemente estaban de juerga en Marbella.

Tal vez con mafiosos rusos, vayan a saber.

tolerancio dijo...

Menudo pastelero de voz engolada, el fulano ése. Es de la estirpe de Blecua, el palanganero de la RAE.Podrían formar esos pájaros un dueto de bizcocho caramelizado, más falso y dulzarrón que el de Mili Vanili

Reinhard dijo...

¿Acaso creen ustedes que la justicia aparece representada como ciega por casualidad? Mejor no ver.

Aitor Mento dijo...

Con mafiosos rusos y hasta con sus meretrices quizá...vayamos nosotros a saber.

Reinhard dijo...

No sea usted malpensado, Don Aitor: ¿no le vamos a dar la presunción de inocencia al jefe de la cosa?