Junts, partido del fugado residente en Waterloo, tiene una receta mágica para combatir el salafismo que impera
en las mezquitas que se diseminan por toda la geografía catalana. Ante la
exigencia de Alianza Catalana para que se cierren esos aparentes centros de
culto, un diputado del partido del prófugo sostiene con irrefutable equidistancia que frente al islamismo
radical no se puede oponer la islamofobia, pues todos los extremos son malos.
Así que un prócer del parlamento catalán perteneciente a ese partido, Colomines se llama, ha dado con la
solución: que se identifique a los clérigos radicales y que se les obligue
aprender la lengua catalana y que participen en formaciones periódicas sobre
los derechos humanos y los valores con los que se adornan las sociedades avanzadas.
Y será por este orden, pues las formaciones, obviamente, se impartirán en
lengua catalana. Que no se detenga el camino hacia la extinción, eso ya no
tiene remedio, pero que al menos no falte el fino humor catalán, Colomines.
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