Ayer el camarada Sánchez dio el
pistoletazo de salida a los fastos que conmemoran el franquismo. Bueno, el
camarada dice que es la celebración del fin del franquismo, pero si tenemos en
cuenta que el Invicto murió en la cama, que fueron sus élites las que decidieron cambiar
el rumbo y que el partido socialista no hizo oposición al Régimen,
bien podemos afirmar que la performance
sanchista celebra y festeja la figura de Franco, una suerte de comodín que
nunca falla y que siempre alegra.
Para acreditar cuánto habíamos
mejorado desde aquel lejano 1975, el camarada indicó que desde entonces hasta hoy la renta per cápita de
España se había doblado, ahí es nada. Lo que ocultó maliciosamente fue la
comparación entre la deuda pública de ese año mágico y la de ahora, algo que no
merece la pena detallar porque está al alcance de cualquiera y porque son datos
de auténtico vértigo. Imaginamos que otro día, porque habrá muchos actos como
el inaugural, Sánchez y sus voceros nos hablarán de la política de vivienda del
General, o la carga fiscal que soportaban aquellos españoles y la que les
asfixia ahora, por aquello de hacer comparaciones, o quizá no, por no aguar la gran fiesta de un año que será triunfal.
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