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viernes, 16 de marzo de 2018

Memoria del comunismo




El problema es que en España no le perdonaban las muertes de la retaguardia y, fuera de ella, Moscú mandaba una barbaridad. Lo importante es lo primero, porque de ello dependía tener noticia de la mayor atrocidad del sistema comunsita contada precisamente por un jefe comunista. Y cuando tras el éxito de su libro llega a Roma para apoyar la campaña electoral contra el PCI de Togliatti, El Campesino tropieza con Cortés  Cavanillas, de ABC y otros corresponsales. Antes de la rueda de prensa, Valentín González le pide disculpas a uno de ellos porque los suyos le habían fusilado a un familiar, y el corresponsal lo manda a freír espárragos. Las crónicas del ABC son devastadoras. Del libro, ni caso. Solo duras consideraciones sobre el carácter de pícaro y barbián de Valentín, como si la denuncia del Gulag no tuviera tanta importancia como la Guerra Civil. Lo trataban como si se hubiera inventado aquel infierno para sacar dinero, que es lo mismo que decían los soviéticos.

Si la derecha no entendió bien la naturaleza del comunismo antes de la guerra, once años después de terminada seguía sin enterarse. ¡Bastantes checas hemos tenido en España-se lee entre líneas-como para que nos cuentes tú, precisamente tú, cómo son las de Rusia! Y sin embargo, debió pasarse de lo particular a lo general. La consecuencia de no hacerlo fue que, como vimos a propósito de Paracuellos y Fernández dela Mora, la guerra se convirtió en una peripecia familiar, sin alcance ideológico. Y eso ha durado los cuarenta años de franquismo y los cuarenta de democracia.

1 comentario:

Fuga dijo...

Federico reincidiendo en sus errores. A la derecha no le interesaba la lucha ideológica contra el comunismo porque la ideología se la pela. La derecha española está en el saqueo de los recursos del país, ascensor social clásico a falta de competencia para desarrollar otros modelos económicos, ergo con capturar el Estado para extraer rentas lo demás son pajaritos de colores...

En cualquier caso Podemos no es comunista. Es un populismo que chapotea en la vulgata descamisada al estilo sudamericano. Stalin los hubiese liquidado a todos, antes o después.

La amenaza liberticida ya no es comunista, tiene otras pautas. De hecho es más complejo combatirla por su falta de doctrina identificable. Y, tambíen, la amenaza liberticida ya no es monopolio de la izquierda....hay una derecha estatolatra tan o más peligrosa para la viabilidad de las democracias.