Esta es la eterna y dramática cuestión que lleva años y años planteándose la clase política catalana, con plebiscitos y editoriales conjuntos, en manifestaciones y costilladas y sin rubor de clase alguna. Creo que ya ha quedado bastante claro que para su desgracia y lamento no son más que un preámbulo: de qué, quién lo sabe, aunque a tenor de esto, y el siempre lúcido Morán conoce bien el paño, de nada bueno.
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