Se va julio y principia agosto
con el colapso del taxi, un gremio altamente peligroso cuando ve complicarse su
monopolio y que ahora cuenta con el apoyo de la izquierda más radical, que en
España es toda. Al respecto, y como el tema me importa muy poco, acudiré a la anécdota y sólo diré, y omitiré pequeños detalles poco
edificantes, que las últimas veces que he cogido un taxi en la ciudad de
Barcelona el taxista era pakistaní, incluso he visto pegatinas en algunos vehículos
que certifican la existencia de una asociación catalana de taxistas de ese
exótico país. Disfruten, si pueden, de las siempre merecidas vacaciones, y si la huida la impide el colapso,
ya saben, agarren una alfombra voladora.
miércoles, 1 de agosto de 2018
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
qué tiempos aquellos en que los taxistas eran personas de orden... ahora te subes a uno y con el cambio te da una octavilla de podemos... en la foto también se aprecia cómo los taxis están aparcados mirando a la meca... en fin, serafín...
Publicar un comentario