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viernes, 6 de febrero de 2015

La droga y la televisión



La otra noche, a la hora de la cena, mi hija cogió el mando de la televisión y le dio por hacer un barrido que resultó de lo más gracioso. Bien juntos y apretados aparecían tres canales de esa banda organizada llamada Mediaset. En uno de ellos, un ex deportista y ex adicto a las sustancias estupefacientes con moral de asistenta social intentaba reconducir a un niñato que también tenía pinta de tomar lo suyo. En otro canal brillaba un concurso orwelliano en el que aparecía el hijo de un tonadillera y otras gentes confundidas por la noche, algunas con serias adicciones reconocidas. El tercero albergaba una serie de risas enlatadas donde dos yonkis retirados se contaban su vida desde la más absoluta zafiedad.

Ahora que el gomierdo anda con su nuevo proyecto de Código Penal, resulta curioso que se sigan persiguiendo los llamados delitos ideológicos, como esa retorcida incitación al odio racial o étnico, y no se castigue la obscenidad de las televisiones con su programación basura a cualquier hora y hasta en fiestas de guardar. ¿Es mala la droga? Quia: la mala es la televisión.

3 comentarios:

Fuga dijo...

La televisión es infame.

El caso es que cuando accedo en esos días de vacaciones a la televisión de pago de familiares compruebo que los que tarifan por 100 canales tienen mierda elevada a la equis.
Tengo, como liberal, que reconocer que el mercado no parece funcionar siempre, excepto que ¡¡oh horror!! en realidad sí funcione y esa oferta responda a una demanda real.

Pero me resulta tan jodido aceptar que no exista público para algún canal de calidad donde apelotonarnos todos y dar la espalda a los otros 99…que prefiero poner en duda la capacidad del mercado para adecuarse a la demanda.

Dios mío…¿hay alguien ahí fuera?

Aitor Mento dijo...

Mi apreciación personal es similar a la primerísima que has hecho, Fuga.

El liberalismo era eso. Al menos aquí en Españistán. Otro timo.

Fuga dijo...

desde luego hay algo que no funciona porque no me creo que no exista demanda y público potencial para hacer rentable un canal de auténtica calidad.
No puede ser.