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viernes, 2 de diciembre de 2011

Conspiración



¿O fue únicamente una negligencia clamorosa de aquellos que debían velar por la seguridad de todo un presidente del gobierno? Habrá opiniones para todos los gustos, y así suele suceder con la mayoría de magnicidios, pero tras la lectura de la obra de Ernesto Villar-Libros Libres-es bastante probable que el lector se incline por una conspiración en toda regla: si esta nació en los servicios secretos españoles o se gestó en los de otros estados es cuestión más delicada y que probablemente nunca se sabrá con certeza. Pero lo que sí queda meridianamente claro es que la organización terrorista ETA, muy bisoña en aquellos años, no fue más que la mano ejecutora de un atentado que sin duda la catapultó-ninguna ironía con el Dodge de Carrero-hacia una fama que con los años resultaría dramática. Sobre los inductores, colaboradores más o menos necesarios y hábiles encubridores versa un relato periodístico que ya arranca con interés desde el prólogo.

Quizá Carrero Blanco tuvo su mayor enemigo en sí mismo y su inquebrantable fe católica, la rutina implacable a la que se sometía y su permanente encomienda a la Divina Providencia. Y así, frente a las pocas recomendaciones que tuvo para incrementar su más que descuidada seguridad, alterar sus hábitos y modificar itinerarios, siempre cerraba el asunto con el desesperante laconismo de que no se podía ir contra la voluntad de Dios. Pero si se puede y se debe ir contra la voluntad de los hombres, ya sean amigos aparentes o enemigos declarados, y alguien que tenía esta misión de protección no lo hizo, por lo que la muerte del almirante, vistos los detalles de la misma, fue un hecho que a pocos de los allegados pudo sorprender. ¿Quién movió los hilos, por acción u omisión, de un atentado que cambió la historia de España?

Bastantes indicios que a priori no se quisieron ver, o simplemente se miró para otro lado, y muchas evidencias sobre las que más tarde no se quiso profundizar y que engordaron un sumario que quemaba y sobre el que el autor de este thriller trabaja con ahínco. ¿Se puede aceptar como posible que nadie advirtiese que unos terroristas más que fichados, y que iban dejando a su paso un reguero de pistas, planeasen durante largo tiempo un atentado junto a la embajada americana? Se puede aceptar como posible pero no es en absoluto probable. Ahí queda este documento más que notable de Villar para arrojar un poco de luz sobre un atentado que a muchos, tal vez demasiados, no cogió precisamente por sorpresa. Por no hablar de los que ocupaban puestos de importancia y que hicieron suya la frase célebre de Franco tras el asesinato de su más leal colaborador : no hay mal que por bien no venga.

8 comentarios:

Señor Ogro. dijo...

Pues sí, parece que se aclara lo de Carrero, y de nuevo parece que se usó a ETA como tapadera de una conspiración mucho más amplia.

También se supo lo del 23f.

¿Se sabrá lo del 11m?

Reinhard dijo...

Parece que ahí tuvo ETA su estreno como colaboradora de algunos servicios secretos, españoles o extranjeros.

El 11-M sigue siendo una incógnita en lo referente a la autoría, pero es posible que al final se conozca la verdad. ¿Con mucho retraso? Seguramente, ahí está el caso GAL como ejemplo.

Herep dijo...

La hipótesis de que los verdaderos Servicios Secretos españoles son la ETA, va cobrando forma y forma a cada día que pasa.
Las ratas, en las cloacas, forman manada.

Reinhard dijo...

Cierto, Herep, por eso Josu Ternera es ya como el jefe del Mossad: ni Dios sabe dónde está ni ante quién responde.

Lin Fernández dijo...

No les interesaba a nadie.que fuera el sucesor de Franco,Era demasiado Catolico y Patriota.En su honor hay que destacar que fue un personaje incorruptible.un saludo desde New Zealand.

Reinhard dijo...

Bienvenido desde tan lejos, Agustín. Así es: Carrero, tipo incorrupto y austero, tenía demasiados enemigos, tantos que diría que echaron a suertes quién sería el ejecutor.

Anónimo dijo...

Tantos enemigos tenía Carrero..........¿Como ahora tiene Don Federico?

Anónimo dijo...

También buen libro el de José María Manrique y Matías Ros y "La tesis prohibida".......