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domingo, 3 de noviembre de 2013

Un país de pandereta



Nunca es tarde si la dicha es buena, y así, poco a poco y a base de hostias, algunos van descubriendo ahora qué clase de engendro fue aquella modélica-tal vez para países como Tanzania o Uganda-Transición española. Algún diario lanza grandes titulares para decir que uno de los padres de la Constitución, y abogado de una de las hijas del Rey en una causa que morirá de asco, apuesta por la independencia de Cataluña, asegurando que el modelo territorial vigente está agotado. Tal vez el plumilla de turno busque el escándalo con la noticia, quizá esté denunciando una especie de traición a no se sabe qué principios, o simplemente estemos ante algún ajuste de cuentas por alguna vieja querella. Pero la tozuda realidad es siempre más prosaica.

Con Roca ha ocurrido más o menos lo mismo que con Pujol, aquel señor respetable que un día fue nombrado español del año en una rifa de la que nunca se tuvo muchos detalles pero que siempre se supo que fue un tongo. El jurista de notable prestigio era el ejemplo de la moderación, el hombre justo y brillante que con en la redacción de la norma suprema había sabido encontrar el encaje de Cataluña en España, cuando en realidad era el lobo puesto para guardar las ovejas, el pirotécnico que dejó la bomba activada para que explotase en el momento oportuno, treinta años después y puestas en bandeja las condiciones objetivas. No obstante, y dada la estupidez que preside la cosa pública, en este período de relativa paz nuestro hombre se ha llevado toda clase de prebendas, reconocimientos y medallas en un alarde que acredita la podredumbre de un régimen.

La Transición se vendió con aquel cuadro del abrazo entre españoles, con gentes que se buscan, o que se han perdido y se reencuentran, hombres y mujeres que parecen emprender un nuevo camino juntos y en alegre comandita: toda una pose muy trascendental, muy seria. Pero aquella seriedad- hasta un cardenal muy castizo se sumó a la ceremonia-no era tal, sino más bien una fiesta con muchas risas entre los muñidores que sirvió para entretener al pueblo con la quimera de que era dueño de su destino votando cuantas veces fuese llamado a las urnas. Y ahora que todo se viene abajo, vuelve a invocarse, pandereta en mano, aquel espíritu festivo que hasta aquí nos ha traído, lo que sin duda sólo puede tomarse a cachondeo y echando unas risas en este valle de lágrimas.

5 comentarios:

Herep dijo...

Libertad, libertad... sin ira, libertad!
Y en un país tan futbolero, nos colaron el gol.
La palabra de los políticos españoles vale tanto como un billete del Monopoly. Treinta años y seguimos dándole vueltas a la "democracia" parida por la Transición y sintiéndonos los más mejores del mundo a la sombra del invento.

tolerancio dijo...


roca se postuló en su día como presidente del desgobierno de España con su fenomenal "operación Reformista"... ahora hace méritos para ser el presidente de la República Catalana, pues ha visto que Bundespep Guardiola se le ha adelantado... en fin...

Aitor Mento dijo...

Y yo que nunca me enteré de qué pretendían Roca y Garrigues Walker con la operación esa y el Partido Reformista subsiguiente...

Fuga dijo...

Roca se dio cuenta de que a la maltratada en el fondo le iba la marcha.

MadriT sufre de pandemia de masoquismo. No hay chulo ni ventajista que no sepa distinguir esas señales para sacarle provecho. Simbiótica, creo que se llama el rol de papeles en el mundo natural.


...excelente post Reinhard.

Reinhard dijo...

Tener que escribir sobre esto da un poco de pena, pero es lo que hay.

Ahora, era inevitable, empiezan a escucharse voces que hablan de moderación, entendiendo por ello otorgar a Cataluña un nuevo status que no haría otra cosa que consagrar una independencia de facto. Obviamente, el gomierdo estaría en ello.