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miércoles, 13 de noviembre de 2013

El contrato social



El parlamento es el auténtico hecho diferencial catalán, una comedia que recuerda mucho a series televisivas de corte surrealista como La que se avecina o Aquí no hay quien viva, un espacio con luz y taquígrafos donde la subnormalidad compite con el mal gusto en una carrera que casi siempre acaba en empate. Nos cuentan los morigerados, siempre prestos a la lectura superficial de los hechos en su defensa de la más prosaica realidad, que el perroflauta de la fotografía es un impresentable y un salvaje, y nada más lejos de la realidad. El salvaje, mejor o peor, era aquel hombre libre al que un día vendieron la burra del contrato social-un acuerdo que sólo genera innumerables obligaciones y ningún derecho-y que desde entonces no levanta cabeza, pues es de necios dejar la interpretación exclusiva de un acuerdo a una de las partes. Mas no se rasguen las vestiduras ni se lleven a engaño los todavía cuerdos, obvien por una vez la siempre necesaria estética y asuman lo inevitable: el contrato social era esto, un fulano analfabeto amenazando, sandalia en mano, a un banquero de dudosa reputación en un marco de aparente legalidad. Si al menos aquí, como en América, nos hubiésemos reservados el derecho a portar armas...

6 comentarios:

Rafael Hidalgo dijo...

... Entonces igual en vez de un zapato esgrimía una pistola y era peor el remedio que la enfermedad.

Saludos.

tolerancio dijo...


no pretendía tirarle el zapato a Rato... quería llamar a Otegui por el zapatófono para preguntarle si le lleva las maletas cuando lo excarcelen... leo en El Mundo a Sostres, que tanto dio que hablar en la entrada anterior,que este individuo le hace de chófer cada vez que Otegui es agasajado en BCN

Herep dijo...

Eso que lleva en la mano, en mi pueblo, es conocido como "pisam..erdas", y es calzado duro y áspero como la cara de todo perroflauta con pretensiones.
Como son baratas y fáciles de atar, cada día son más quienes las calzan.

Reinhard dijo...

Lo mejor es que este batasuno del calçot es un indocumentado de mucho cuidado: echar en cara a Rato la guerra de Irak cuando éste fue de los que se opuso a ese disparate de la foto de las Azores, lo que sirvió para que Aznar designase a Rajoy para la sucesión. Si Rato fuese torero y no un hombre acabado, se lo hubiese recordado.

Señor Ogro. dijo...

Que alguien del Parlament llame gangster a otro bípedo es algo cuando menos curioso.

Que lo haga amenazante, chancla en mano, es grotesco.

Que además lo haga un protonazi batasuno, ya debería sonrojar a los allí presentes. Pero claro, teniendo un rostro de piedra granítica, que colores se les va a notar.

Aitor Mento dijo...

Si el Parlament es "La que se avecina", Artur Mas es Antonio Recio. Clarísimamente.

Por lo demás, y dejando aparte de quién viene la Historia y lo de consejos vendo y para mí no tengo y tal, no está nada mal que alguien llame a los miembros de la Casta por su nombre.
Justicia poética. Como cuando lo del Antonio Recio catalán en helicóptero, las pintadas en ternos caros de parlamentarios y el "auxili, auxili".