Algunas veces, y cuando menos se espera, navegar en al red tiene su recompensa en forma de pequeños hallazgos que emergen casi al final de la tarea, justo en ese momento en el que uno se halla a punto de cerrar todas las ventanas con una evidente sensación de pérdida de tiempo. Conocido era que la política penitenciaria del estado, unida a su aplicación por parte de los tribunales, ha sido un desastre en una materia tan sensible como el terrorismo etarra, generando en las víctimas la lógica y comprensible sensación de estafa, amén del doble castigo: cómo una condena de cientos de años puede quedar reducida a quince o veinte, o menos. Cursos extravagantes y licenciaturas ful, unidos a las redenciones ordinarias y la benevolencia del ropón de guardia, liaban el petate del terrorista no precisamente arrepentido con velocidad de vértigo y sarcasmo legal.
Sin duda, uno de los campeones en esta cuestión es el terrorista Ignacio de Juana Chaos, tipo duro que entre celebraciones por atentados especialmente sangrientos e intentos de fuga todavía tenía tiempo para escribir sus cosillas, bien artículos en los medios afines a la banda, bien novelas como la que se enlaza y que lleva por título La senda del abismo. Esta castaña tan voluntariosa como infumable, de la que apenas se reproducen unas pocas-pero suficientes-páginas, sirvió para que el terrorista redimiese parte de su condena, anécdota que no es baladí y que en una administración un poco seria generaría la inmediata inhabilitación del funcionario autorizante de tal estropicio. Y es que en este país se lee poco, muy poco, y mal.
4 comentarios:
Estupendo texto.
Por cierto ¿y Aitor Mento?
Gracias, Fuga.
Diría que Don Aitor está descansando y que pronto se le verá por aquí y allí.
Pues si al menos se hubiera leído el Ulises de Joyce, tendríamos alguna razón para restarle algún día de pena.
¿Por cierto que os parece eso de que Mario Conde inicie una plataforma de indignados...por la derecha?
Desde mi condición de abstencionista con trienios, diré que MC está amortizado para casi todo, excepto tertuliano y empresario.
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