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lunes, 18 de enero de 2010

El burro cocea

Tiempo atrás el nacionalismo catalán patentó el burro autóctono como un elemento más de la imprescindible liturgia que, junto a la botifarra amb seques, castellers, meapilas de Montserrat y FC Barcelona, debía engrasar ese magma llamado hecho diferencial, un concepto difuso que desde hace ya tres o cuatro años trae de cabeza a los máximos exégetas de la constitución. Rápidamente, y con forma adhesiva, el burro copó los culos de los coches en franca competencia con el toro de Osborne, paradigma de la españolidad, de lo rancio, lo casposo. Pero el tiempo corre que se las pela y hoy el burro, animal doméstico casi tan entrañable como el cerdo, cocea. Hace bien poco, casi nada, el nacionalismo catalán, el del burro, mostraba su cara más amable, la de la integración, y llamaba a las urnas a toda clase de extranjeros, con papeles o sin ellos, legales o ilegales, para que votasen en una suerte de fiesta en la que cabían todos, con barretina o pañuelo musulmán, siempre y cuando, demasiado requisito para ese carnaval, figurasen empadronados en el municipio convocante. Ahora, en la Cataluña profunda, ahí donde el burro tiene más presencia, dicen que lo del padrón es una mierda y que están hasta los cojones de colas en ambulatorios, guarderías y otras asistencias, o beneficencias, que una cosa es el mercadillo de los jueves con sus ambulantes vendedores de exótica quincallería y otra muy distinta la invasión de bárbaros en pisos patera, y que la diversidad está bien, muy bien, y viste mucho, pero cuando te pilla lejos o cerca queda una cámara o un micrófono. Así que mientras doctos juristas discuten a nivel de casino, como es costumbre, y deciden si prevalece una ley sobre otra o si el alcalde ha prevaricado o sólo busca que nadie adelante por la derecha, lo que entraría dentro del juego político, el burro, animal entrañable pero con instintos, cocea y de qué manera. Y la fiscalía catalana, tan rápida y eficaz para otros menesteres en los que andan en juego otros derechos más fundamentales, calla y mira hacia otro lado esperando que en Madrid se mojen los del toro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ah, el burruuuuu!
Si, el burru. Así se ha llamado en catalán de toda la puta vida. Lo del RUC catalá no es mas que un lavado de cara para darle algo más de glamour (o quitarle algo del pelo de la dehesa).
Y es que aquí, en catatonia, en esto del nacionalismo catálá, TODO es de cartón piedra...

Reinhard dijo...

Sí, cartón piedra, un decorado, efectos especiales....esto es una gran película.

tolerancio dijo...

La clavaron con el burro. Nunca pudieron dar con un animal totémico que mejor representase al paisanaje.

Botifler del Bruch dijo...

Este país es así, y grandes escritores como Plà lo han descrito.

Reinhard dijo...

Amigo Tolerancio, quizá el porc senglar habría servido, pero su carácter salvaje lo hacía incompatible con determinada propaganda.

Anónimo dijo...

calleu la boca fatges