En muchas ocasiones el vistazo a la prensa depara curiosas noticias, joyas que tras el estupor inicial obligan a recuperar viejas lecturas, ésas que dejaron huella, que no se liquidaron del tirón porque obligaban a tomarse un respiro para asimilar, una vez más, que la realidad supera a la ficción con demasiada frecuencia. Vasili Grossman, en un capítulo de Todo fluye, ofrece un relato espeluznante-episodios de canibalismo incluidos- sobre las hambrunas que el abuelo de este ofendido nieto desató en Ucrania, patria del escritor, con la excusa de la colectivización agraria, otro pasito más hacia la dictadura del proletariado. Por lo demás, y como el prestarse alimentos, no dejan de ser normales entre parientes las muestras de amor, por lo que no hay nada que objetar a esta encendida defensa del padrecito, o abuelito, e incluso se acierta en aquello de que nadie puede ser juzgado por acciones u omisiones que no estuviesen previamente tipificadas como delito, aunque siga sorprendiendo la extravagancia de iniciar una causa penal para que luego tus propios tribunales te digan que no se puede juzgar a personas ya fallecidas. Más ridículas son las tesis de los historiadores rusos, quienes en su afán por negar lo evidente y enterrar ciertos crímenes afirman que las hambrunas de Ucrania no fueron un genocidio o limpieza étnica dirigida contra ese pueblo, sino que ésa -igualdad al máximo- fue la política en toda la URSS contra aquellos malvados kulaks que seguían atesorando la tierra, la propiedad. Aunque como nos enseña Grossman, tan horrible crimen no fuese más que poseer y explotar un miserable huerto y una vaca más bien flaca con el único fin de comer. Genial revolución.
jueves, 21 de enero de 2010
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7 comentarios:
En vez de un libro yo he recordado una película también a recuperar Quemado por el sol (Nikita Mikhalkov 1994).
Por complementar, más que nada.
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Me la apunto, Alfaraz, pues sólo tenía alguna lejana referencia.
Magnífico amigo Reinhard, y me temo que el rojerío zarrapastroso seguirá sin sentirse "concernido" por el resultado histórico brutal de su pretendida "liberación". Hce unos días en el nickjournal, un tipo venía a decir algo así como "nosotros, lols verdaderos comnuistas, no tenemos nada que ver con la URSS et alii, aquello fue un "error", pero nosotros tenemos razón".
En fin.
Sí, amigo Borde, la cosa funciona de esa manera. Tras la caída del Muro había que hacer un lavado de cara y decir que aquello no era el verdadero comunismo, que éste ha de llegar, cual Mesías, algún día de estos.Saludos.
El canibalismo proteínico de las hambrunas en Ucrania... (según los defensores de Stalin, pues la política de colectivización fue la misma en toda la URSS, los efectos habrían de ser los mismos en todas las repúblicas... es decir, ñam-ñam)... es un elemento que el marxismo habría de incorporar en positivo a su bagaje doctrinal pues es el argumento último en favor del materialismo más "encarnado" que no descarnado. No hay trascendencia del alma. No hay metafísica. No hay más allá. Sólo la pulsión gástrica. Y qué mejor sacrificio en aras de la comunidad proletaria que nutrirla con tus despojos cuando ya no eres útil?
Impecable, Tolerancio; y estos tipos eran, o se hacían llamar, los ingenieros de almas.Y es que todo se reciclaba...
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