La ministra Yolanda Díaz quiere
llenar los colegios españoles-los públicos de momento-de orientadores LGTBIQA+. ¿Y qué demonios son esas
siglas que recuerdan a las contraseñas que se ofrecen en la Red para realizar
compras seguras? Pues ya se pueden imaginar, una forma de resumir y englobar a
todos aquellos colectivos que se manifiestan con orgullo para exhibir su
orientación sexual y, de paso, trincar alguna ayuda o subvención: será por
dinero.
Lo que por ahora se desconoce es si en esas
clases cabrá la objeción de conciencia para aquellos alumnos que no tengan el
más mínimo interés en ser adoctrinados con martingalas procedentes de la
pesadilla woke, aunque mucho nos tememos que la asistencia será obligatoria so
pena de incurrir en la comisión de un presunto de odio. Pero, sigue
preguntándose el personal, ¿cabe la comisión por omisión en ese tipo de
delitos? A día de hoy no lo parece, pero todo es posible en un país donde la seguridad
jurídica brilla por su ausencia, de ahí que lo más normal sea que todos los
alumnos asistan al evento y se abstengan de hacer novillos, y todo con la noble finalidad de no ser
cancelados, pues hoy día esa cancelación es sinónimo de interdicción.
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