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martes, 8 de mayo de 2012

La Noche de los Gitanos




Uno de los inconvenientes que tienen los libros publicados por editoriales modestas es la dificultad para hacerse con ellos, lo que obliga en muchos casos a solicitarlos por correo a la misma empresa; como contrapartida, al menos en este caso, te encuentras con un método casi familiar de negocio que conlleva la agradable sorpresa de que el libro te llega dedicado de puño y letra por su autor. Eso me ocurrió con la editorial Adhara y La Noche de los Gitanos, de Alfredo García Francés. La dedicatoria ya era toda una declaración de principios, un adelanto de lo que algo más de doscientas páginas iban a deparar: una novela dura como el titanio y sangrienta como un puñetazo en la boca. Y así ha resultado.

Tres personajes marcados por un destino cruel juegan el papel de narradores de una historia en la que son protagonistas directos, y lo son tanto que en un alarde literario poco frecuente son obligados por el autor, en el caso de dos de ellos, a relatar su propia muerte: ¿cabe mayor realismo? Tano, el Gitano, superviviente de Auschwitz, África, agente del CNI marcada por el terrorismo etarra, y Paco Escorpión Dávila, antiguo campeón de boxeo víctima de Alzheimer, imprimen un ritmo frenético a una trama que a muchos, amén de un escenario perfectamente posible en un país a la deriva, dejará una curiosa sensación de déjà vu, porque si se analiza detenidamente la conspiración que aquí se detalla, el Incidente,  nos topamos con un auténtico golpe de Estado cuyos extraños ejecutores son simples marionetas de un terrorífico guiñol, llegándose a la conclusión de que algo parecido se ha vivido en este país en dos ocasiones en los últimos treinta años, saldado con fracaso en la primera y con éxito, al menos eso creemos algunos, en la segunda.

Con un lenguaje tan duro como preciso, tan hiriente y descarnado como la vida de unos personajes abocados a la derrota, García Francés se abona a una suerte de pesimismo antropológico que no deja indiferente a nadie, que demuestra que el Mal-con mayúsculas-acostumbra a imponerse al bien, quizá porque la maldad carece de escrúpulos, jamás se detiene ante nada y siempre goza de mayores recompensas. Se puede denunciar ese triunfo de lo perverso, rebelarse contra el propio infortunio, como Tano en su amarga y trágica existencia desde aquella Noche de los Gitanos en Auschwitz, o África, desde que el terrorismo se cruzó en su camino, pero poco más: y es que, a fin de cuentas, los dados de la suerte son implacables, y además son otros los que los lanzan.

6 comentarios:

García Francés dijo...

D. Reinhard, le agradezco infinitamente todas las molestias que se ha tomado para recibir el libro. Me alegra saber que le ha compensado y que su lectura no le ha dejado indiferente. Pero, aún más aprecio el esfuerzo intelectual de reseñarlo y colgarlo en su blog. Gracias, amigo.

Como usted dice, somo la bolita de la ruleta y si el coupier la hace girar con demasiada fuerza, salimos despedidos. Un saludo y un gran abrazo, amigo mío.

García Francés dijo...

Olvidé decir que, con su permiso, lo colgaré en las redes, D. Reinhard.

Fuga dijo...

Desde luego la excelente reseña de Reinhard es un trallazo que invita a su lectura.
Encantado Alfredo.

Reinhard dijo...

Don Alfredo, adelante con la difusión y gracias a usted por escribir la novela.

Como bien dice la dedicatoria, Fuga, dura como el titanio y sangrante como un puñetazo en la boca. Y muchas similitudes con el 11-M.

Herep dijo...

Otro para la lista "de espera", Reinhard.

Gracias por la anotación.

Reinhard dijo...

No es fácil encontrarlo en librerías, al menos las del Oasis, pero si se pide a la editorial, viene dedicado por el autor.

Muchas similitudes con el 11-M.