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lunes, 21 de diciembre de 2009

Líderes de masas: genios y bufones





Antes, hace ya muchísimo tiempo, la izquierda tenía glamour, un hábil manejo de la propaganda y una enorme capacidad de convicción. Uno de sus arietes fue Willi Münzenberg, alguien capaz de movilizar a media Europa, desde obreros y estudiantes a mecenas de la burguesía e intelectuales, en beneficio de la causa estalinista; un tipo brillante que tras el éxito de su Libro Pardo sobre el nazismo le decía a su amigo Arthur Koestler que daba igual si lo relatado en esa obra era cierto o no, pues lo importante era su efecto propagandístico. Su capacidad de seducción era tremenda-a los intelectuales que le seguían los bautizó como el club de los inocentes- y frecuentaba los mejores salones europeos porque allí era donde estaba el dinero y él, millonario rojo, era el encargado de repartirlo según las indicaciones de Moscú y las necesidades del agit-prop y la subversión.






Más de setenta años después y en un lugar tan cutre como España, la izquierda es tan radical y sectaria como en los tiempos de Münzenberg, pero carece tanto de glamour y brillantez y tan escasa es su capacidad de movilización que debe echar mano de personajes tan ridículos como este Monzón frentepopulista y castizo, un tipo tan chistoso como siniestro que lo mismo incita al linchamiento de todo aquel sujeto que no milite en la secta como sube a una tribuna para dirigirse a una legión vertical de funcionarios sindicales que exigen más y mejor reparto del paro y la pobreza. Y es que cada país aporta a la historia lo que puede, no más.

4 comentarios:

tolerancio dijo...

Completamente acertada su descripción de ambos personajes. El paralelismo es evidente salvando las distancias espacio-temporales.

Pero, querido Reinhard, su ecuación contiene una incógnita que no ha despejado adecuademente. A saber y en mi opinión... el nivel del paisanaje y de los intelectuales de esta hora.
Münzenberg daba el pego para seducir a los señoritos de Oxford, por ejemplo... solo que el interfecto, Wyoming, que con la cara paga, se basta y sobra para fascinar al aborregado personal. En un país del primer mundo, siglo xxI, donde un José Blanco, un Montilla, ZP o una Bibiana Aído tienen las riendas del poder político... todo está dicho. Ese pájaro, con o sin glamour, tiene un nivel de catedrático, pero emérito, galáctico para lo que es el nivel medio del paisanaje. Y encima presenta el espacio de su checa televisiva junto a una jamona que quita el hipo. A mí no me sorprende que sea el referente más ilustrado del 50% de la población.

Reinhard dijo...

Tiene usted razón en que el Monzón este está muy por encima de la media de sus patrones y seguidores, pero está a años luz del Münzenberg que usted y yo conocemos. Comapare usted los intelectuales con los que se codeaba el alemán- Koestler, por citar uno- y los que pueden reír las gracias de este tipo de la Secta, Almudena Grandes, sin ir más lejos. Usted mismo lo ha dejado caer: es el referente ilustrado de la mitad de la población y sin necesidad de un gran despliegue.Pero es cutre y gris.

tolerancio dijo...

Cierto. Cutre y gris. Entiéndame, apreciado Reinhard, no es que no quiera bajarme del burro, pero al propagandista hay que valorarlo también en términos de eficacia en relación con el medio y la época. Al lado de Münzenberg... la sola posibilidad de compararlos es casi ofensiva... el interfecto es indigno de dar lustre al calzado del prodigioso agente estalinista. Pero ahora entiende uno por qué ese afán del poder por rebajar el nivel académico medio de la población con delirantes planes de estudio. El paisanaje está pues convenientemente idiotizado, jibarizado mentalmente, para que un zángano como Wyoming, analogía zoológica, modestia aparte, apropiadísima para caracterizar al personaje, se convierta en su pensador de cabecera.

Un saludo cordial.

Reinhard dijo...

Evidentemente, Tolerancio: uno torea con lo que puede y como sabe, y la dualidad Münzenberg/Monzón no es gratuita desde el más puro relativismo.Vamos, aquello del tuerto en el país de los ciegos.