Cuando los progresistas de todo pelaje y condición, tertulianos
indocumentados, que son todos, y alguna ama de casa afirman muy henchidos que
la prisión permanente, aun la revisable, no tiene cabida en la Constitución cometen un error de bulto, puesto que la reinserción social puede ser uno de
los fines de la pena, pero no el único: la pena, y siempre en teoría, es ante
todo retributiva, tanto haces, tanto pagas.
Viene esto al caso tras esas
fotografías del etarra Otegui preparando un guiso navideño con representantes
de otras fuerzas políticas vascas: todo es paz y amor y buen rollo, pero sobre
todo una sensación de pelillos a la mar por aquellos crímenes que ya forman parte de un tiempo muy lejano.
Es evidente que los terroristas de ETA, que no se apuntan a talleres carcelarios, no necesitan reinsertarse, pues forman
parte del paisaje y del paisanaje, de ahí que al salir de prisión sean
recibidos por sus vecinos con los brazos abiertos, incluso muchos,antes del licenciamiento, de tienen ya un
trabajo con el que ganarse la vida en libertad.
Decía Mario Onaindía que la
novela negra era un género que no tenía futuro en Euskadi, pues aquélla era una
tierra donde el crimen siempre se reivindicaba. Los que sí tienen futuro allí son los
fogones, mucho, y ningún pasado.